De la incultura y la mala educación nace
la intolerancia, que es la base de la ideología de extrema derecha. Salvo
excepciones que no hacen sino confirmar la regla, una o un fascista ilustrado en
el siglo XXI es como un cerdo que canta, producto de la imaginación o licencia
literaria.
El final de la 2ª GM, después de la que liaron,
barrió la extrema derecha de la escena política europea (1) -con la excepción
de Grecia, España y Portugal, aislados en su atraso secular-. La vergüenza, el
sentimiento de culpa, la mala conciencia, hizo que se escondieran como ratas, lo
que permitió un cierto desenvolver de la cultura que animó la mejora de las
condiciones de vida con los partidos socialdemócratas, e impulsó la necesidad
de un cambio de sistema hacia otro más justo, especialmente entre lxs jóvenes,
convencidxs de su fuerza transformadora. La respuesta a la guerra de Vietnam y
la rebelión juvenil de los años sesenta, anticipada en la década de los
cincuenta por la generación beat, son dos hitos de este devenir histórico. Pero
esto no podía durar, el fracaso de Mayo del 68, conducido torpemente al
precipicio por lxs situacionistas -canto del cisne del marxismo heterodoxo- y la indiferencia del reaccionario PCF, no
obstante salir mal, convulsionó a toda la sociedad... había salido mal, pero y si
lo vuelven a intentar. La reacción no se dejó esperar, y en ese momento se
inició el proceso de jibarización de la cultura que nos acompaña hasta hoy, y
su consecuencia directa al cabo de casi cincuenta años, la vuelta de la extrema
derecha a los Parlamentos.
Muy en resumen, el primer síntoma fue la
aparición de los llamados “nuevos filósofos franceses”, con un lugar destacado para Bernard-Henri Lévy
(2), marxistas renegadxs que abrazaron el neoliberalismo con la fe
del converso, a cambio de prebendas y privilegios académicos (3), y con ellxs se
instaló la posmodernidad (Lyotard, Baudrillard, Foucault, Friedmann, Debord, etc),
el engendro retardatario, mezcla de pereza intelectual, pensamiento mágico y revisionismo
aristocrático, que desde entonces enturbia todo lo que toca con mercancía
intelectual averiada. Acompañando esta derechización y ataque a la cultura, la
multinacional más antigua del mundo no quiso quedarse atrás y en 1978, dio un
giro radical al camino emprendido por el Concilio Vaticano II con el
nombramiento del payaso anticomunista Karol Wojtyla, un intrigante mafioso aliado de la CIA para luchar contra las autoridades polacas, y por extensión
contra la URSS y el comunismo en general, y en particular contra la teología de
la liberación, que por entonces hacia estragos en su “patio trasero”, la forma coloquial
y peyorativa, por infamante y colonialista, que tienen los Estados Unidos para referirse a América
del Sur, Centroamérica y el Caribe (países hoy “casualmente” (4) atestados de
pastores evangelistas). A esto, poco después se sumó la elección de Ronald
Reagan (1981-1989), su revolución conservadora, haciendo bandera de la
incorrección política, lxs repugnantes yuppies (5), y su agresiva agenda
ideológica inoculada en vena hasta la saciedad, repetida una y mil veces, desde
Hollywood, la industria del entretenimiento y los mass media. Siguió, la caída
del Muro de Berlín en 1989, y dos años después el pintoresco y perentorio colapso
económico, caída y disolución de la URSS, que fue el golpe definitivo al bloque
socialista, dejando al descubierto sus mentiras, precedidas de un “ya te lo
decía yo” que dio alas renovadas al revisionismo histórico, acabó con los
últimos resquicios de resistencia cultural, y empujó a lxs pocxs “eruditxs”
marxistas de tres al cuarto que quedaban, a cambiar de bando, con la misma
inconsistencia intelectual con la que antes habían abrazado el marxismo. Por
arte de magia el materialismo histórico, los estructuralistas y sus derivadas,
desaparecieron de las universidades. Finalmente el 11 de septiembre de 2001
vino a acabar por conformar la situación actual, produciendo un estancamiento,
cuando no un retroceso de derechos, que con la excusa del “terrorismo” dura
hasta hoy. Casos como el de Julian Assange o la cárcel de Guantánamo, habrían
sido insólitos en los años setenta del siglo pasado.
A estos acontecimientos de gran calado y
sus tristes consecuencias sociológicas, hay que sumar las políticas institucionales
de exclusión cultural, favoreciendo la mercantilización de la “alta cultura”,
restringida para uso exclusivo de la élite, y la promoción indecente y abusiva de
subproductos para consumo popular e idiotizar a las masas.
Y en el caso de España también hay que sumar la
bajísima calidad de la enseñanza universitaria. Si bien la educación Infantil,
Primaria y Secundaria, objetivamente y con perspectiva, ha mejorado, no sucede
lo mismo con la educación superior, que sólo ha mejorado en cantidad pero no en
calidad, sumando a los problemas estructurales del sistema: atraso, endogamia, elitismo y distanciamiento de la sociedad, falta de medios, autoritarismo y falta de democracia interna, etc; el desembarco empresarial a la caza de
cátedras, departamentos y subvenciones estatales, primando el ánimo de lucro
sobre el interés académico, con la connivencia de autoridades e instituciones.
Hoy las universidades españolas son auténticas fábricas de asnxs, lo que se
proyecta a la sociedad de forma muy negativa.
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Con todo esto, como se ve, las condiciones
para la vuelta de la extrema derecha a la escena política empezó hace mucho
tiempo, precedida por más de cincuenta años de esfuerzos continuados de
devaluación de la cultura y alienación ideológica, que la globalización unida a
la indeseable colonización cultural, han extendido por todo el planeta. Contrariamente a
lo que cabría esperar, la democratización de la información favorecida por las
nuevas tecnologías, más que alimentar el espíritu crítico ha multiplicado el
discurso dominante, uniformizando y normativizando la opinión en todas las
direcciones, y fomentado el ocultismo, aquellxs que buscan apagar la luz para meter la mano en bolsillos ajenos. Una devaluación de la cultura que en absoluto ha afectado a la
“alta cultura”, que sigue gozando de excelente salud, sino a la llamada
industria cultural con la que desde arriba se construye la cultura "popular" o
cultura de masas, la refinada forma de dominación que pone la técnica al
servicio de la seducción de las masas, adocenándolas en el conformismo, la aceptación
del orden social existente. Entretener con propaganda hábilmente camuflada ha
resultado ser un arma de control social mucho más efectiva que apalear, y con
resultados similares a largo plazo, deterioro cognitivo y daños cerebrales, que
facilitan el adiestramiento para luego aceptar la autoridad, sin hacerse
preguntas que puedan romper la armonia familiar (6).
Este ha sido y es, el sustrato necesario
que ha facilitado que la extrema derecha esté hoy donde está, votantes con el
cerebro licuado, embrutecidxs después de décadas de abusos, alejadxs de la
“alta cultura”, y conducidxs a las urnas como “entretenidos rebaños de
idiotas”, por políticxs que han adaptado sus discursos a los escasos
requerimientos intelectuales de sus votantes, demagogxs sin escrúpulos,
compitiendo entre ellxs a ver quién es más populista, y abriendo así la puerta
a la extrema derecha, expertxs en demagogia y populismo, alimentando los peores
sentimientos de las personas. Y de aquellos barros, estos lodos.
Desde el anarquismo, para aquellxs que
tenemos ideología y principios, el populismo es el opio del pueblo, entendiendo
un mal uso de las drogas, y sin querer enmendar a Marx en esto, que por
supuesto la única iglesia que ilumina, es la que arde.
(1) Excluyo de mi análisis los países del
antiguo bloque socialista, en donde la causa del auge de la extrema derecha
obedece a otras razones, básicamente el deterioro de las inteligencias como
consecuencia de décadas de autoritarismo y privación de libertades
individuales.
(2) Paradójicamente (o no tanto) invitado por Juan Gómez Casas
(organizador del evento) a las Jornadas Culturales del V Congreso de la CNT-AIT
(Madrid, 1979), y autor del famoso best seller, “La barbarie con rostro humano”
(1977), melodrama anticomunista en forma de ensayo crítico del “socialismo real”.
Hoy, reconocido votante del FN (Front
National).
(3) Los que se cayeron del caballo como
san Pablo en su peculiar camino de Damasco después de Mayo del 68, para seguir
vendiendo libros.
(4) No existen las casualidades sino las
causalidades, en función de las leyes de causa y efecto.
(5) Acrónimo para “young urban
professional”
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