por Javier Montenegro
El arte es en primer lugar un registro o
expresión de la sociedad en la que se desarrolla. La estatuaria griega es un
buen ejemplo de esto: al Período Arcaico corresponde una gran influencia
egipcia, es el momento de expansión griega por el Mediterráneo y de estrecho
contacto con Egipto, la época de los kuoros y kores -hombres y mujeres jóvenes
de pelo largo-, que poco a poco irán evolucionando anatómicamente y
flexibilizando las posturas, alejándose de los modelos egipcios.
Durante la Época Clásica, después de las
guerras médicas, se promueve el comedimiento en todas las esferas de la vida, en
la escultura se llamará el Período Severo, y se caracterizará por el
comedimiento y la moderación, y las obras intentarán transmitir la idea de serenidad interior y
penetración psicológica.
Más adelante en el Siglo de Pericles, vendrá el Período
Libre o Bello, una época de prosperidad y optimismo, que pedirá esculturas que
destaquen el poder de Atenas, obras bellas que muestren el vigor y la potencia
económica de la nueva Atenas, construida con el dinero de la Liga de Delos.
Durante el Helenismo con Alejandro Magno,
época imperial y de conquistas, la grandeza y el dramatismo teatral de la estatuaria
alcanzará su máximo esplendor, espectacularidad y refinamiento, grandes grupos
escultóricos, con juegos eruditos y de escala, técnica depuradísima y un nuevo
realismo que conducirá al retrato (siempre de cuerpo entero) .
Roma conquistará Grecia, y adoptará la
estatuaria griega sin ningún complejo (hasta entonces los modelos llegaban de
Grecia pero Etruria los interpretaba a su manera), harán copias o tallas
directas –por el sistema del trazado de puntos- y los artistas griegos se
establecerán en Roma y reproducirán los modelos griegos del Período Clásico al
Helenista, adaptados a nuevos usos y la propaganda romana, con la aparición innovadora
de nuevas formas, el retrato cortado, en la tradición de las mascarillas funerarias
romanas (que se guardaban dentro de los armarios y se exhibían en ocasiones
especiales).
A partir del Alto Imperio, en la época de
Augusto que se conoce en historia del arte como la Roma Helenista, a las copias
hechas en Roma y obras importadas/saqueadas griegas, se añadirán esculturas
romanas hechas a la griega, y al final de este período, cuando la crisis
económica, política y social empieza a ser insostenible, anuncio del
desmoronamiento del sistema que empieza a hacer aguas y coincidiendo con el
inicio de la expansión y propagación del cristianismo, durante un tiempo
convivirán dos gustos muy distintos, por un lado el de una élite noble de
refinadxs admiradorxs del arte griego Helenista, y por otro el arte de lxs
nuevxs ricxs, la "corriente plebeya" (1), a lxs que poco o nada importa la
estética mientras se exprese la opulencia y todxs puedan ver lo ricxs que son, un estilo simplón, abigarrado
y ostentoso, que reproduce arquitecturas esquemáticas sin representaciones
espaciales coherentes, que no atiende a perspectivas lógicas en favor del
espacio dividido en registros y la perspectiva torcida, con objetos y figuras en
diferentes escalas de tamaño según un orden jerárquico impuesto por el
comitente (en pinturas al fresco y relieves), con figuras desproporcionadas
siguiendo un canon de cinco cabezas (Polícleto en su obra “El Kanon” de
principios del siglo IV ane, lo estableció en algo más de siete cabezas, Praxíteles
y luego los helenistas habían llegado a usar un canon de nueve cabezas para el
“tipo heroico”, y el gran tratadista y arquitecto romano del s. I ane,
Vitruvio, estimaba el ideal óptimo en ocho), rígidas, sin movimiento con volumetría
muy pesada, isocefalia y simplificaciones hieráticas. El Imperio empezaba
a hundirse.
En el Bajo Imperio, en medio de una
sociedad en plena descomposición, con conflictos internos y externos,
envenenada por el plomo de las cañerías y por lxs cristianxs; estos sabrán
aprovechar muy bien el caos para hacerse con el poder difundiendo su propaganda salvífica y
democrática, y con extrema violencia y demagogia, impondrán su intolerancia monoteísta. El arte “pagano”
(griego o a la griega) será prohibido y perseguido, muchas obras serán
destruidas o mutiladas, ocultas, reutilizadas las menos (algunas se adaptarán a la nueva religión, como por ejemplo el “Moscóforo”,
obra griega del Período Arcaico que servirá de modelo para "el Buen Pastor", o
“Hermes con Dionisos niño” de Praxíteles que inspirará las representaciones de “san
Cristóbal y el Niño”, etc), acabando con casi mil años de evolución artística.
Esta fatalidad trágica puede verse muy
bien representada comparando el retrato de “Los cuatro Tetrarcas” (ca. 300), con
el famoso “Laoconte y sus hijos luchando contra las serpientes” (obra griega del
s. I) y con cualquier otra escultura clásica, sea o no Helenista; o los relieves del sarcófago de
Estilicón (ca. 385), con los relieves del desfile de la familia Imperial y su
séquito en el “Ara Pacis” -Altar de la Paz Augusta- ( 13-9 ane) en Roma. Y será
la "corriente plebeya", cada vez más pobre de recursos, la que inspire el arte de lxs
cristianxs, despreciando los avances técnicos y el naturalismo, y sólo atentxs
a los ojos grandes, almendrados, con pupilas dilatadas; que lxs historiadorxs
del arte remiten al mundo espiritual, pero también podrían reflejar los ojos
atónitos de lxs romanxs ante la estulticia cristiana.
Así pues, la llegada del cristianismo al
mundo del arte y en general para la cultura, se mire por donde se mire, fue lo
más parecido a un elefante en una cristalería. Sus peleas continuas, entre ellxs
(que no acabaron en el Concilio de Nicea) y contra todxs (hasta entonces
ninguna religión había considerado necesario destruir a las demás por no
compartir sus creencias), y su pobreza intelectual (enemigxs del arte, la cultura,
el sexo y la higiene personal), minó todas las esferas del Imperio dividido, y
los obtusos mitos y ritos cristianos, en su mayoría copiados del culto a Mitra,
se impusieron a la fuerza a base de prohibiciones: Constancio II empezó por
declarar ilegal rezar al sol, y bastaba que alguno de sus muchos guardias, espías
o confidentes te encontrara mirando un amanecer o una puesta de sol, para ser
arrestadx; y en el año 392 el emperador Teodosio I con su edicto de Constantinopla prohibió
toda práctica no cristiana, incluidas las de carácter privado.
Con el paso del tiempo la corriente plebeya, inspiración del arte paleocristiano,
aún se empobreció más, y una de las pocas características del viejo arte romano
que perdurará, será su carácter propagandista, que teniendo en cuenta lo vapuleada y atontada que estaba la población, y una vez eliminada la
competencia, tampoco hizo que se esforzaran mucho. Prácticamente habrá que
esperar al siglo XIV para empezar a ver una recuperación, con alguna que otra efímera luz anterior como por ejemplo los scriptoria de época carolingia del s.
IX, el renacimiento macedonio en época bizantina durante el s. X, o el arte pontifical romano del s. XIII y poco más.
No fueron las hordas de bárbarxs (hunxs,
ostrogodxs, visigodxs o vándalxs), que en primera instancia admiraban la
cultura romana, quienes acabaron con el arte clásico griego y romano, eximiendo
de responsabilidad a lxs cristianxs, por más que lxs historiadorxs del siglo
XIX se esforzaran en convencernos -recurriendo siempre a las mismas fuentes
interesadas y mitos (la decadencia de los romanos, la relajación de las costumbres y el hedonismo, y la brutalidad de lxs invasorxs)-, sino la intolerancia agresiva e imbecilidad del cristianismo, la
más dañina invención humana.
(1) Siempre había
existido una cierta resistencia conservadora a lo griego, que reivindicaba la
idiosincrasia romana, por ejemplo, Catón el Viejo o Juvenal. “Otros sin duda
moldearán mejor el bronce./ Hasta dar la apariencia de una tierna respiración,
en mármol./ El rostro de la vida… Recuerda, romano,/ gobernar al pueblo bajo la
ley,/ batallar y someter al arrogante,/ perdonar a los dóciles. Estas son/
nuestras bellas artes, para siempre.”, escribió Virgilio, el autor de la “La
Eneida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
CRITERIOS DE MODERACIÓN
En este espacio los lectores pueden dar su opinión sobre los contenidos de la página o cuanta temática le resulte relacionada con los mismos.
La opinión de la web se expresa sólo en sus artículos. Los usuarios de este espacio exponen, por tanto, posturas personales. Los comentarios son plena responsabilidad de sus autores y la página es ajena a los mismos.
Nos reservamos el derecho a modificar los comentarios que incluyan nombres reales y a eliminar los comentarios que se condideren spam o ignoren estos criterios.
Se pueden discutir los criterios y alegar lo que se desee a través del correo companotrabajes@gmail.com.
Si alguna persona se sientiese fundadamente aludida en los comentarios y por ello ofendida, le rogamos se ponga en contacto para remediarlo.