El Congreso inició sus sesiones el viernes 1
de mayo de 1936 a las doce menos cinco en el teatro Iris Park de Zaragoza con
representantes de todos los sindicatos de la Confederación. Publicamos algunos
de los dictámenes aprobados sobre el Concepto Confederal de Comunismo
Libertario, en concreto los recogidos en las páginas 230 a 236, del libro “CNT,
El Congreso Confederal de Zaragoza” de la editorial Zero S.A., dentro de la
colección Biblioteca “Promoción del Pueblo”, nº 16, Madrid, febrero de 1978.
ORGANIZACIÓN DE LA NUEVA
SOCIEDAD, DESPUÉS DEL HECHO REVOLUCIONARIO. LAS PRIMERAS MEDIDAS DE LA
REVOLUCIÓN
Terminado el aspecto violento de
la revolución, se declaran abolidas: la propiedad privada, el Estado, el
principio de autoridad y, por consiguiente, las clases que dividen a los
hombres en explotadores y explotados, oprimidos y opresores.
Socializada la riqueza, las organizaciones
de los productores, ya libres, se encargarán de la administración directa de la
producción y del consumo.
Establecida en cada localidad la
Comuna Libertaria, pondremos en marcha el nuevo mecanismo social. Los
productores de cada ramo u oficio, reunidos en sus Sindicatos y en los lugares
de trabajo, determinarán libremente la forma en que este ha de ser organizado.
La Comuna libre se incautará de
cuanto antes detentaba la burguesía, tal como víveres, ropas, calzados,
materias primas, herramientas de trabajo, etc. Estos útiles de trabajo y
materias primas deberán pasar a poder de los productores para que estos los
administren directamente en beneficio de la colectividad.
En primer término las Comunas
cuidarán de alojar con el máximo de comodidades a todos los habitantes de cada
localidad, asegurando asistencia a los enfermos y educación a los niños.
De acuerdo con el principio
fundamental del comunismo libertario, como hemos dicho antes, todos los hombres
se aprestarán a cumplir el deber voluntario -que se convertirá en verdadero
derecho cuando el hombre trabaje libre- de prestar su concurso a la
colectividad, en relación con sus fuerzas y sus capacidades, y la Comuna
cumplirá la obligación de cubrir sus necesidades.
Desde luego, es preciso crear ya,
desde ahora, la idea de que los primeros tiempos de la revolución no resultarán
fáciles y de que será preciso que cada hombre aporte el máximo de esfuerzos y
consuma solamente lo que permitan las posibilidades de la producción. Todo
período constructivo exige sacrificio y aceptación individual y colectiva y a
no crear dificultades a la obra reconstructora de la sociedad que de común
acuerdo todos realizaremos.
PLAN DE ORGANIZACIÓN DE LOS
PRODUCTORES
El plan económico de
organización, en cuantas manifestaciones tenga la producción nacional, se
ajustará a los más estrictos principios de economía social, administrados
directamente por los productores, a través de sus diversos órganos de
producción, designados en asambleas generales de las variadas organizaciones y
por ellas controlados en todo momento.
Como base (en el lugar de
trabajo, en el Sindicato, en la Comuna, en todos los órganos reguladores de la
nueva sociedad), el productor, el individuo como célula, como piedra angular de
todas las creaciones sociales, económicas y morales.
Como órgano de relación dentro de
la Comuna y en el lugar de trabajo, el
Consejo de taller y de fábrica, pactando con los demás centros de trabajo.
Como órgano de relación de
Sindicato a Sindicato (asociación de productores), los Consejos de Estadística
y de Producción, que se seguirán federando entre sí hasta formar una red de
relación constante y estrecha entre todos los productores de la Confederación
Ibérica.
En el campo: Como base, el
productor en la Comuna, que usufructuaría todas las riquezas naturales de una
demarcación política y geográfica.
Como órgano de relación, el
Consejo de Cultivo, del que formarán parte elementos técnicos y trabajadores
integrantes de las asociaciones de productores agrícolas, encargados de orientar
la intensificación de la producción, señalando las tierras más apropiadas a la
misma, según su composición química.
Estos Consejos de Cultivo
establecerán la misma red de relaciones
que los Consejos de Taller, de Fábrica y de Producción y Estadística, complementando
la libre federación que representa la Comuna como demarcación política y
subdivisión geográfica.
Tanto las Asociaciones de
productores industriales como las Asociaciones de productores agrícolas se
federarán nacionalmente -mientras sea únicamente España el país que haya
realizado su transformación social- si, llevados a esa disyuntiva por el mismo
proceso del trabajo a que se eduquen, lo estiman conveniente para el más
fructífero desarrollo de la economía, e idénticamente se federarán en el mismo
sentido aquellos servicios cuya característica propenda a ello por facilitar
las relaciones lógicas y necesarias entre todas las Comunas Libertarias de la
península.
Estimamos que con el tiempo la
nueva sociedad conseguirá dotar a cada Comuna de todos los elementos agrícolas
e industriales precisos a su autonomía, de acuerdo con el principio biológico
que afirma que es más libre el hombre -en este caso la Comuna- que menos
necesita de los demás.
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Plaza de la Constitución (hoy plaza Independencia) de Zaragoza. Grupo de participantes en el IV Congreso de la CNT-AIT, celebrado entre los días 1 y 10 de mayo de 1936. |
LAS COMUNAS LIBERTARIAS Y SU FUNCIONAMIENTO
La expresión política de nuestra
revolución hemos de asentarla sobre esta trilogía; el individuo, la Comuna y la
Federación.
Dentro de un plan de actividades
estructurado en todos los órdenes desde un punto de vista peninsular, la
administración será de manera absoluta de carácter comunal.
La base de esta administración
será por consiguiente la Comuna. Estas Comunas serán autónomas y estarán
federadas regional y nacionalmente para la realización de los objetivos de carácter
general. El derecho de autonomía no excluirá el deber de cumplir los acuerdos
de convivencia colectiva, no compartidos por simples apreciaciones y que sean
aceptados en el fondo.
Así pues, una Comuna de
consumidores sin limitación voluntaria, se comprometerá a acatar aquellas
normas de carácter general que después de libre discusión hayan sido acordadas
por mayoría.
En cambio, aquellas Comunas que,
refractarias a la industrialización, acuerden otras clases de convivencia, como
por ejemplo las naturistas y desnudistas, tendrán derecho a una administración
autónoma, desligada de los compromisos generales. Como estas comunas
naturistas-desnudistas, u otra clase de Comunas, no podrán satisfacer todas sus
necesidades, por limitadas que estas sean, sus delegados a los Congresos de la
Confederación Ibérica de Comunas Autónomas Libertarias podrán concertar
convenios económicos con las demás Comunas Agrícolas e Industriales.
En conclusión proponemos:
La creación de la Comuna como
entidad política y administrativa.
La Comuna será autónoma, y
confederada al resto de las Comunas.
Las Comunas se federarán comarcal
y regionalmente, fijando a voluntad sus límites geográficos, cuando sea
conveniente unir en una sola Comuna pueblos pequeños, aldeas y lugares. El
conjunto de estas Comunas constituirá una Confederación Ibérica de Comunas
Autónomas Libertarias.
Para la función distributiva de
la producción, y para que puedan nutrirse mejor las Comunas, podrán crearse
aquellos órganos suplementarios encaminados a conseguirlo. Por ejemplo; un
Consejo Confederal de Producción y Distribución, con representaciones directas
de las Federaciones nacionales de Producción y del Congreso anual de Comunas.
MISIÓN Y FUNCIONAMIENTO INTERNO
DE LA COMUNA
La Comuna deberá ocuparse de lo
que interesa al individuo.
Deberá cuidar de todos los
trabajos de ordenación, arreglo y embellecimiento de la población.
Del alojamiento de sus
habitantes, de los artículos y productos puestos a su servicio por los
Sindicatos o Asociaciones de productores.
Se ocupará asimismo de la
higiene, de la estadística comunal y de las necesidades colectivas. De la
enseñanza. De los establecimientos sanitarios y de la conservación y
perfeccionamiento de los medios locales de comunicación.
Organizará las relaciones con las
demás Comunas, y cuidará de estimular todas las actividades artísticas y
culturales.
Para el buen cumplimiento de esta
misión, se nombrará un Consejo Comunal, al cual serán agregados representantes
de los Consejos de Cultivo, de Sanidad, de Cultura, de Distribución y de
Producción y Estadística.
El procedimiento de elección de
los Consejos Comunales se determinará con arreglo a un sistema en el que se
establezcan las diferencias que aconsejen la densidad de población, teniendo en
cuenta que tardará en descentralizar políticamente las metrópolis, constituyendo
con ellas Federaciones de Comunas.
Todos estos cargos no tendrán
ningún carácter ejecutivo ni burocrático. Aparte los que desempeñen funciones
técnicas o simplemente de estadística, los demás cumplirán asimismo su misión
de productores, reuniéndose en sesiones al terminar la jornada de trabajo para
discutir las cuestiones de detalle que no necesiten el refrendo de las
asambleas comunales.
Se celebrarán asambleas tantas
veces como lo necesiten los intereses de la Comuna, a petición de los miembros
del Consejo Comunal, o por la voluntad de los habitantes de cada una.
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Mitin celebrado en la plaza de toros de Zaragoza el domingo 10 de mayo de 1936, en el marco del IV Congreso de la CNT-AIT. El día anterior se votó el dictamen referente al Concepto Confederal de Comunismo Libertario. |
RELACIONES E INTERCAMBIO DE
PRODUCTOS
Como ya hemos dicho, nuestra
organización es de tipo federalista y asegura la libertad del individuo dentro
de la agrupación y de la Comuna, la de las Comunas dentro de las Federaciones,
y la de estas en las Confederaciones.
Vamos, pues, del individuo a la
colectividad, asegurando sus derechos para conservar intangible el principio de
libertad.
Los habitantes de una Comuna
discutirán entre sí sus problemas internos; producción, consumo, instrucción,
higiene y cuanto sea necesario para el desenvolvimiento moral y económico de la
misma. Cuando se trate de problemas que afecten a toda una comarca o provincia,
han de ser las Federaciones quienes deliberen, y en las reuniones y asambleas
que estas celebren estarán representadas todas las Comunas, cuyos delegados
aportarán los puntos de vista previamente aprobados en ellas.
Por ejemplo, si han de construir
carreteras, ligando entre sí los pueblos de una comarca o asuntos de transporte
e intercambio de productos entre las comarcas agrícolas e industriales, es
natural que todas las Comunas expongan su criterio, ya que también hay que
prestar su concurso.
En los asuntos de carácter
regional, será la Federación Regional quien ponga en práctica los acuerdos, y
estos representarán la voluntad soberana de todos los habitantes de la región.
Pues empezó en el individuo, pasó después a la Comuna, de esta a la Federación
y, por último, a la Confederación.
De igual forma llegaremos a la
discusión de todos los problemas de tipo nacional, ya que nuestros organismos
se irán complementando entre sí. La organización nacional regulará las
relaciones de carácter internacional, estando en contacto directo con el
proletariado de los demás países, por intermedio de sus respectivos organismos,
ligados, como el nuestro a la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Para el intercambio de productos
de Comuna a Comuna, los Consejos Comunales se pondrán en relación con las
Federaciones Regionales de Comunas y con el Consejo Confederal de Producción y
Distribución, reclamando lo que les haga falta y ofreciendo lo que les sobre.

Por medio de la red de relaciones
establecidas entre las Comunas y los Consejos de Producción y Estadística, constituidos
por las Federaciones Nacionales de Productores, queda resuelto y simplificado
este problema.
En lo que se refiere al aspecto
comunal del mismo, bastarán las cartas de productor, expendidas por los
Consejos de Taller y de Fábrica, dando derecho a que aquellos puedan adquirir
lo necesario para cubrir todas sus necesidades. La carta de productor
constituye el principio de un signo de cambio, el cual quedará sujeto a estos
dos elementos reguladores: Primero, que sea intransferible; segundo, que se
adopte un procedimiento mediante el cual en la carta se registre el valor del
trabajo por unidades de jornada y este valor tenga el máximo de un año de
validez para la adquisición de productos.
A los elementos de la población
pasiva serán los Consejos Comunales los que les facilitarán las cartas de
consumo.
Desde luego, no podemos sentar
una norma absoluta. Debe respetarse la autonomía de las Comunas, las cuales, si
lo creen conveniente, podrán establecer otro sistema de intercambio interior,
siempre que estos nuevos sistemas no puedan lesionar, en ningún caso, los
intereses de otras Comunas.
Es importante señalar que el anarquismo, a diferencia de las escuelas marxistas, no cae en el error de pretender planificar la vida de las personas el día después de la revolución. La sociedad es un organismo vivo, sometido a cambios. La racionalidad que se opone a la tradición y las costumbres, transforma el medio, adaptándose a las circunstancias y buscando respuestas con el concurso de todxs, sin apriorismos.
ResponderEliminarLa experiencia de la revolución española (1936-1937) o la macknovstchina (1917-1921), esbozos interrumpidos abruptamente del proyecto revolucionario anarquista, nos permiten entrever el camino del futuro, pero no son manuales de instrucciones. A lo largo de la Historia el ser humano ha probado una y mil formas de gobierno, algunas veces (pocas) inspiradxs en el bien común, sin entender que la causa de sus males estaba precisamente en eso, en pretender el gobierno de las personas, fuente de injusticia y desigualdad, que limita el libre desarrollo de las potencias individuales, sometiendo a muchxs en beneficio de unxs pocxs. No puede haber justicia sin igualdad, ni gobierno justo sin el concurso de todxs. Democracia directa y autogestión, marcan la mayoría de edad del sujeto político, el mismo que en su infancia creyó en héroes, reyes, dioses y duendes, y en su adolescencia se dejó engañar por la democracia representativa y el capitalismo, el complicado sistema criminal que desde hace doscientos años viene sirviendo para justificar y perpetuar la injusticia, haciendo de la codicia su razón de ser y valor supremo de la “convivencia”.