EL DERECHO DE ASOCIACIÓN Y EL INSANO "EDADISMO"

 
Javier Montenegro


El “derecho de asociación”, empezando por el asociacionismo obrero, es una conquista de finales del siglo XIX; pero la intromisión abusiva del Estado para controlarlo con normas reguladoras, siempre empujó a muchxs anarquistas, en lo posible, hacia el ilegalismo.

Decía Kropotkin: “Durante casi tres siglos se ha impedido que el hombre se tendiera mutuamente las manos, ni aún con fines literarios, artísticos y educativos. Las sociedades podían formarse solamente con el conocimiento y bajo la protección del Estado o de la iglesia, o debían existir en calidad de sociedades secretas semejantes a las francmasonas; pero ahora que esta oposición del Estado ha sido quebrantada, surgen por todas partes, abarcando las ramas más distintas de la actividad humana”(1). 

Hoy, la premisa de Kropotkin(2) se ha hecho realidad, cada vez hay más asociaciones, y aún más, estas articulan la sociedad. Si bien no son el tipo de asociaciones que hubiera deseado el sabio anarquista. El Estado, conocedor del poder transformador de las asociaciones, se ha entrometido en todas, y ha hecho de algunas de ellas sus herramientas de dominación, obvio me refiero principalmente a los partidos políticos y sindicatos, las organizaciones religiosas (embrutecedoras de las conciencias), y las asociaciones llamadas profesionales; si bien en todos los casos, antes se han tomado el cuidado de imponerles normas que impidan la democracia directa y favorezcan con limitaciones burocráticas, las estructuras orgánicas verticales.

Y a río revuelto, ganancia de pescadores. Esta intromisión abusiva del Estado normativizando y regulando, ha propiciado la aparición de muchas asociaciones instrumentales, que alejadas de los principios que proclaman son utilizadas por los poderes fácticos para otros fines, además de exprimir presupuestos reclamando subvenciones. Tenemos: “fundaciones” para blanquear dinero negro; “asociaciones de cooperación y defensa de los derechos humanos”, utilizadas por la CIA para desestabilizar gobiernos en Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Cuba y el resto del planeta, que nada que ver con la cooperación y mucho menos con la defensa de los derechos humanos; e infinidad de organizaciones no gubernamentales dedicadas al oscuro negocio de la beneficencia, para lavar malas conciencias, que no es casualidad que por ejemplo, Medicus Mundi tenga su sede internacional en Basel o Médicos Sin Fronteras en Ginebra, ambas aprovechando la opacidad garantizada por los bancos suizos (tenerlas en las Islas Caimán o Bahamas, aún levantaría más sospechas).

Lxs anarquistas siempre hemos desconfiado de esta intromisión del Estado en las asociaciones, y nunca hemos renunciado al ilegalismo. Desde las primeras horas del anarquismo en España, un José García Viñas (1.848-1.931), médico anarquista amigo personal de Bakunin y Guillaume, fue gran defensor del ilegalismo; una táctica libertaria que sólo tangencialmente se relaciona con la “propaganda por el hecho”.

Julio César dijo “divide et impera”, y ante esto lxs anarquistas oponemos “la unión hace la fuerza”, por eso con la misma vehemencia defendemos el ilegalismo, el asociacionismo por acuerdo mutuo entre iguales, y los sindicatos revolucionarios y de clase; como despreciamos los partidos políticos, las organizaciones religiosas, y los sindicatos amarillos y corporativos. Los unos, por ser la base de la organización social que sucederá al Estado en un futuro deseable, de los grandes sindicatos a los pequeños grupos de afinidad, porque como dijo Bakunin: “Los sindicatos crean ese poder consciente sin el cual es imposible cualquier victoria”(3); y los otros por ser modelos asociativos delincuenciales similares a mafias, que entorpecen el progreso de la humanidad, dedicados al ejercicio del poder: el engaño, el abuso y el robo.

Dentro del variado asociacionismo autodenominado anarquista, detrás de la contaminación ideológica, que no es asunto menor, es perceptible la intromisión encubierta del Estado, transmitiendo los “valores” y la ideología dominante, intentando domesticar el anarquismo, y con el marketing adecuado a cada cliente, desprovisto de carácter subversivo, convertirlo en objeto de consumo: siendo engagement(4) para detectar inconformistas; evocandor de un pasado desvirtuado envuelto en rebeldía, romanticismo y aventura... en una pasarela de modas pretendida como "transgresora", en el escaparate de unos grandes almacenes comerciales como publicidad de algo considerado “rupturista”, expuesto a tergiversaciones en plataformas de contenidos multimedia, caricaturizado instrumento de mercadotecnia, etc. Algo que ya hemos visto con el movimiento hippy, la lucha feminista y LGTB, el socialismo real, el Che Guevara o el punk, logrando la banalización ideológica.

Una tóxicidad que es manifiesta allá donde se mire… y desde algunos foros se nos pide ser tolerantes, aceptar “pulpo como animal de compañía”, o a la paleocapitalista y liberticida Escuela Austriaca de economía, la del “laissez-faire” salvaje, como libertaria, renunciando a la tradición socialista del anarquismo. Pobre empeño, porque si bien en la actualidad el anarcosindicalismo no está en su mejor momento, el anarquismo goza de buena salud, y los intentos por desnaturalizarlo, chocan con la facilidad de acudir a las fuentes originales(5), gracias a la democratización de las nuevas tecnologías de información y comunicación.

Me referiré ahora brevemente a uno de estos muchos males que afecta al asociacionismo anarquista y sus nefastas consecuencias: el edadismo, un edadismo que tiene su origen en la costumbre, que como dice la canción "la tradición es una maldición", y que en la sociedad de consumo sirve para el etiquetaje por sectores de población; un edadismo que poco a poco se ha ido inculcando en medios libertarios, con la pretensión de hacer del anarquismo un producto destinado al mercado joven, un público fácil de contaminar y manipular, y una vez vaciado de contenido ideológico o reducido a su mínima expresión, fagocitarlo o reconducirlo, como venimos viendo desde hace tiempo. Así muchos espacios autodenominados libertarios que empezaron como centros de ocio para jóvenes, confundiendo organización con sectarismo, han tenido una evolución similar a la que nos presenta la película de terror de serie “B” titulada “Los chicos del maíz” (1.984), basada en el relato homónimo de Stephen King: la mezcla explosiva a la que conduce la segregación edadista y las creencias obtusas o mal digeridas. Porque con el tiempo lxs que un día fueron jóvenes, ya no lo son, y de aquellos barros, estos lodos; aquellos centros de ocio juvenil han pasado a convertirse en engendros bien aceptados por el sistema, integrados en la sociedad por cuanto nada que ver con el anarquismo, al tratarse de sectas o “islas cerradas", que reproducen el modelo siniestro de familia controladora -con el que se construyen los Estados-, el mismo en que la ruptura de la “armonía familiar” es castigada con el muy judeocristiano anatema y a la hoguera... sustituyendo la función represiva del Estado con gran efectividad; lo que sirve como "azote de herejes" y aviso a navegantes díscolos, e inevitablemente confunde, divide, y conduce a perder fuerzas, no hacer autocrítica y eventualmente al abandono ideológico, reemplazado por ideologías reaccionarias: el lamentable caudillismo disfrazado de entregado voluntarismo militante, lxs suplantadorxs politicxs, la endogamia y el amiguismo más peripatético y empobrecer. Estas son las bases del gregarismo reaccionario de ideas espurias desde el que lxs parasitxs "de siempre", manipulan y extienden el "anarcoanalfabetismo", haciendo el trabajo al Ministerio del Interior, alejando anarquistas de las autodenominadas como "organizaciones anarquistas", y dando entrada a todo tipo de porquerías: de las "cremas caseras", al elitista y subvencionado negocio del turismo "solidario", pasando por la apologética primitivista o la idealización del siempre casposo y retardatario costumbrismo de corte folclórico y regionalista, que tanto le gustaba al dictador Franco, para tener entretenido al "pueblo" y fomentar rivalidades obtusas, con sus Coros y Danzas de la Sección Femenina(6); torpe infiltración nacionalista, que no tiene nada que ver con el anarquismo ni con el confederalismo democrático, ni con las justas reivindicaciones y el clamor secesionista de Galicia, Euskadi o Països Catalans, cuyas aspiraciones históricas negadas desde Madrid, y por tratarse de minorías oprimidas en el contexto peninsular, siempre gozaron de las simpatías anarquistas. Y aquí abro un pequeño paréntesis para referirme a la "brecha" entre catalanxs y el Estado, que “con los vejámenes del regio despotismo, al arrebatar violentamente a Cataluña de sus derechos y libertades, se hizo más sensible en la conciencia de los catalanes, los convirtió en enemigos jurados de Castilla y creó aquella abierta oposición, que aún hoy existe, entre Cataluña y el resto de España”(7) (texto de 1.936), y que después del 1 de octubre de 2.017 con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la ocupación policial y militar de Cataluña, está en un punto de inflexión sin vuelta atrás al que lxs anarquistas, partidarixs de la guerra social y alineadxs contra el fascistoide nacionalismo españolista, no podemos menos que apoyar. En este caso “no hay mal que por bien no venga”. Nada nuevo cuando ya en 1.873 Bakunin en su obra titulada “Estatismo y anarquía” decía: “Cataluña, con Barcelona en primera línea, proclama en altavoz su independencia, su autonomía”(8), aprovechando los engañosos aires de libertad durante la Primera República.

Para acabar, un poco de optimismo, como dijo el filósofo, eminente masón y político republicano italiano Giovanni Bovio (1.837-1.903): “anárquico es el pensamiento y hacia la anarquía marcha la historia”(9). Cualquier asociación donde no haya discriminación ni segregación, basada en la democracia directa, el acuerdo libre entre iguales y la federación universal, será motor de la sociedad del futuro. Así que está en manos de las asociaciones crear el tejido social que transforme la sociedad, aunque de momento tengamos que tragar sapos y culebras, no conformarnos con lo que hay e intentar cambiar el penoso rumbo actual de las organizaciones. 




 

(1) “El apoyo mutuo”, Piotr Kropotkin. ZERO, S.A., 2ª edición, 1.978, Bilbao, pág.271 

(2) Aceptando que con los conocimientos históricos que tenemos hoy, sabemos que esto no venía de hace tres o cuatro siglos (como se pensaba en 1.902), sino desde la aparición de las primeras Ciudades-Estado en Mesopotamia.

(3) “Tácticas revolucionarias” Mijaíl Bakunin. Libros Dogal, 1.978, Madrid, pág.62

(4) En marketing, mecanismo para "enganchar" clientes. Algoritmos usados por la inteligencia artificial para detectar, cuantificar y relacionar datos, y luego atraer y dirigir la atención, en base a inferencias, abusando de la falta de privacidad en los entornos virtuales: internet y las redes sociales. 

(5) Omitiendo las malísimas traducciones “modernas” y prólogos infumables de: Virus, La Malatesta, Editorial Imperdible, Nossa y Jara, Serbal, Pepitas de Calabaza, Selecciones de Reader´s Digest (ironía), y alguna más.

(6) De 1.934 a 1.977, la Sección Femenina fue la organización de mujeres del partido fascista Falange Española. 

(7) "Nacionalismo y cultura", Rudolf Rocker. Ediciones La Piqueta, 1.977, Madrid, pág.529

(8) "Obras Completas- Tomo 5", Mijaíl Bakunin. Ediciones La Piqueta, 1.986, Madrid, pág.86

(9) “Comunismo libertario o capitalismo de Estado”, Luigi Fabbri. Campo Abierto Ediciones, 1.977, Madrid, pág.14

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