LOS CAPRICHOS 1.936-1.938
GUSTAVO COCHET
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"Mis Caprichos como los de Callot y Goya..." Aguafuerte
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"Grupo de la FAI en reunión clandestina antes del 19" Aguatinta y aguafuerte
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"Esperando turno" Aguafuerte | | | |
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"Que corage!" Aguafuerte |
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"La propiedad? Matad el egoísmo, la avaricia" Aguafuerte y aguatinta
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"La revolución me arruina" Aguafuerte |
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"La cola" Aguafuerte
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"Y que se enteren los obreros" Aguafuerte, aguatinta y grabado al azúcar
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"La luz se hizo en el interior del templo, así se haga en nuestro entendimiento" Aguafuerte y aguatinta
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"Sueño fascista" Aguafuerte
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"El estado mayor de la Quinta Columna" Aguafuerte
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"Refugio, Barcelona bombardeada por la aviación alemana-italiana" Aguafuerte y aguatinta
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"¿Para eso hemos nacido?" Aguafuerte y aguatinta
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"¡Arriba España!" Aguafuerte
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"Aquí no ha pasado nada" Aguafuerte
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"Beatas" Aguafuerte
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"Para esto tanto sacrificio?" Aguafuerte
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"Mueren tantos en los frentes..." Aguafuerte y aguatinta
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"El más cobarde y horrendo de los crímenes" Aguafuerte y aguatinta
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"Huérfanos" Aguafuerte y aguatinta
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"19 de julio de 1.936" Aguafuerte
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"Alistamiento de los primeros voluntarios confederados" Aguafuerte y aguatinta
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"A la lucha por la libertad" Aguafuerte
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"Los comisarios" Aguafuerte y aguatinta
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"Matad, asesinad, destruid sin piedad en nombre de dios y de la patria" Aguafuerte y aguatinta
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"Aviadores alemanes, italianos, franquistas, malditos seáis!" Aguafuerte y aguatinta
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"Fusilamientos" Aguafuerte
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"La bestia humana" Aguafuerte
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"Piratas modernos" Aguafuerte
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"Amaos los unos a los otros, paz y esperanza" Aguafuerte y aguatinta
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NO JUZGUEMOS SIN SABER (1)
Gustavo
Cochet
No es de
personas sensatas juzgar las cosas o los hechos a la ligera, menos negarlos y
despreciarlos sin razón; en cambio, es de personas sensatas, antes de criticar,
intentar comprender el esfuerzo ajeno o, por lo menos, guardar respeto.
Claro está,
hay cosas cuya nulidad está tan evidentemente probada, que no da lugar ni duda
para ser menospreciada; pero, por ejemplo, ¿cómo podemos negar, así nomás, la
obra de un hombre, a la que ha dedicado toda su vida, con amor, muchas penas y
trabajos? No; debemos callar; pues por más equivocado que estuviera, no es
posible que de tantos afanes no resulte ningún acierto.
Sin embargo,
es lamentable comprobar que no sólo de otros tiempos, sino en los nuestros, de
tanta cultura y civilización, es frecuente oir juzgar y despreciar sin ninguna
competencia.
Rembrandt
murió en la miseria; el Greco tampoco fué comprendido en su época, y sin
embargo ¡que genios!
A fines del
siglo pasado, Manet no pudo conseguir nunca que sus obras fueran admitidas en
ninguna exposición, y no hubo crítico que no se creyese con derecho a escribir
sobre ellas las peores sandeces; en cambio hoy día su célebre cuadro “La
odalisca”, que suscitó tanta burla y desprecio, está en el museo del Louvre, en
completa familiaridad y equivalencia con las mejores obras de todos los
tiempos; allí están también ya, valorados y consagrados, los principales
impresionistas que sirvieron de mofa a más de una generación.
¿No podría
servir esto de escarmiento? ¿no valdría más decir: no acepto tal cosa porque no
la comprendo, pero la respetaré? ¿qué se yo, no entendiéndola, lo que habrá en
realidad en el fondo de ella? No, no es
así; continuamente presenciamos lo contrario, y lo más lastimoso es que esto
suele pasar entre gente de gran saber, como lo es el caso que me induce a
escribir estas líneas. Un señor que es literato y poeta de estilo académico y
clásico, no sin mérito y valer, pero completamente anacrónico, se atreve a
llamar porqueria a la obra de un artista contemporáneo que igualmente está a
punto de entrar en el museo del Louvre y que, en todo caso, su valor está
reconocido por la mayoría. No se da cuenta que no sólo ofende a un artista,
sino a mucha gente que lo reconoce y admira. ¿Cómo puede estar él sólo en la
razón y los demás en el error? No; a mi entender, con su manera de pensar se
pone a la altura del último ignorante.
Este
individuo vive con 300 años de retraso, pues para poder entenderle y gustar sus
poesías, tenemos que remontarnos a su época, es decir, la que él quiere
interpretar. Por consiguiente, leerle con la misma disposición que si leyéramos
un Góngora o un Lope de Vega, a quienes jamás podrá igualar, pues ellos
vivieron y sintieron las orientaciones del arte y el pensamiento latentes en su
época, y no es lo mismo sentir palpándolo, que sentir imaginándolo. A su vez,
pues, para comprender los artistas contemporáneos debiera descender hasta
nuestros días y no solamente en las cuestiones de arte, sino en todas las demás
manifestaciones de la vida presente.
No hablaré
de la obra del pintor que me ocupa y que se llamaba Loutreuil, pues basta con
lo que he dicho ya, que para cuadros suyos se tramitaba la entrada en el
Louvre; pero sí vale la pena que cuente uno de los muchos rasgos de su vida,
cada uno de los cuales bastaría para merecer todo aprecio, suponiendo que su
obra, como artista, no interesase.
Movilizado a
principios de la guerra europea, se negó durante cuatro años a ir al frente,
“alegando que no tenía enemigos y que de tenerlos los podía tener tanto en
Alemania como en Francia, y que, además, el que se sintiera criminal que fuese
a matar: él no”. Amenazado continuamente con ser fusilado, pasó el tiempo de la
guerra en una fortaleza-prisión, de donde un médico militar, impresionado por
su entereza y convencido por sus razonamientos tan profundamente humanos, lo
salvó, haciéndolo pasar por loco.
El caso del
individuo que niega e insulta aquello que no entiende, no es un caso aislado;
de ser así no valdría la pena mencionarlo, sino que es muy corriente y por eso
lo hago. Hace algunos años murió en Barcelona el pintor Gimeno (2); vivió en la
miseria, y si logró no morirse de hambre, fue pintando paredes, pues dudo que
haya logrado nunca vender un cuadro; en cambio, hoy día se venden a buen
precio; los coleccionistas lo buscan como si fuese oro, y últimamente, en una
entidad artística acreditada de esta ciudad, se encontró entre sus trastos
viejos un cuadro de este artista; fué el gran hallazgo; en seguida fué
enmarcado y colgado en el mejor puesto de la casa lo que hasta hace poco había
sido menospreciado.
Todo el
mundo se pasma ante la obra de arte que el tiempo ha consagrado, ignorando casi
siempre que en su época fue despreciada; esto no sólo en lo referente al arte;
Pasteur tuvo que luchar material y moralmente contra todo, y sólo a fuerza de
tantas pruebas rotundas pudo imponer sus descubrimientos; ¿Por qué, pues, esta
injusticia? ¿de donde nos vendría ningún progreso si no fuese por estos
hombres, que consagran su vida a renovar, a reavivar la llama que mantiene
alerta y activa la vida y el espíritu de la humanidad?
Creo que
todo viene de nuestro orgullo y pedantería, porque somos presuntuosos, sin
humildad ni modestia alguna. Si cada vez que nos enfrentáramos ante algo que
está por encima de nosotros, o que no estuviésemos preparados para entender,
pusiésemos un poco de buena voluntad en asimilar, con respeto y deseo de
comprensión, lograríamos en el mundo una armonía que hoy no existe.
(1) “Tierra y Libertad” (órgano de la FAI), Año VI- número 11. Artículo en la portada. Barcelona, 5 de Julio de 1.935.
(2) Se refiere Cochet a Francesc Gimeno i Arasa (1.858-1.927), pintor realista (alumno de Carlos de Haes) ferviente católico, que hizo su primera exposición individual en 1.915 en la Galería Dalmau. Marginado y menospreciado, su obra se revalorizó ostensiblemente en los últimos años de vida y después de muerto.
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