ERICH MÜHSAM, O EL COMPROMISO DEL INTELECTUAL

I
A principios del siglo XX, Erich Mühsam, artista comprometido, se identifica con los marginados, con la bohemia y el proletariado, en parte por la rebeldía implícita en la desesperación, fruto de la sociedad capitalista que se halla en manos del burgués. Así, a la vida burguesa, dominada por el miedo, se le contrapone la naturaleza bohemia, único contexto posible para la creación artística debido a la libertad que entraña. El bohemio, el artista, forma con todos los excluidos y víctimas de la sociedad burguesa, con el proletariado, una comunidad libre de sólida base anarquista, germen de una nueva sociedad a cuyo servicio se encuentra el escritor. La labor de escritor, la labor de Mühsam, se equipara a la del revolucionario, tarea a la que dedicó toda su obra y consagró su vida. Con ello, Mühsam no sólo devuelve a la palabra la dimensión ética que se había adormecido, sino que consigue que la utopía devenga en posibilidad.        

“Así como antes me había unido a los pocos que precedían a la humanidad a un mundo alegre, quiero estar ahora con aquellos a quienes la necesidad enseña que hay que luchar por conseguir un mundo en el que de nuevo haya espacio para la alegría y para la risa, pero no como privilegio de rebeldes marginados, sino como el contenido de la vida y de la humanidad liberada” (1).

Pese a la multiplicidad de corrientes que acusa la literatura del cambio de siglo, se advierten ciertos rasgos comunes, a su vez característicos de una época prolífica en cambios, en la que no sólo el entorno más o menos inmediato, sino valores absolutos, inamovibles, se han puesto en duda. Común a la diversidad de textos y tendencias, entre otros factores, es el cuestionamiento de la realidad .cuando no rechazo. y la respuesta del artista, quien se repliega en su individualidad. “Compromiso”, por tanto, parece ser un término sin uso; no hay espacio para la conciencia ni para el deber social en la torre de marfil del poeta. El arte, una vez desprendido de la realidad, gana en autonomía, acusa un grado de abstracción cada vez mayor y la palabra se deshace paulatinamente de su referente más inmediato. Se había introducido la enajenación absoluta entre el público y el artista, el cual representa el tipo del marginado socialmente, si bien integrado en la burguesía (2) en tanto sus necesidades físicas, materiales, estaban cubiertas.

“La gran moda era el esteticismo, el cansancio, la absenta, la morfina, la indolencia y, en cuestiones amorosas, todo tipo de anomalía. El sinsentido fue proclamado el sentido de la vida; lo insustancial, la sustancia del mundo. Sentimientos sociales eran objeto de burla acerada, la compasión unida a sufrimientos y pesares sólo se autorizaba como condimento de una placentera autocontemplación. A mí me tenían por un racionalista perdido; mi participación en la lucha y las preocupaciones de la clase trabajadora, por pose o locura” (3).

II
Tal es el contexto de Erich Mühsam: anarquista, revolucionario, bohemio y escritor, dedicó toda su vida a trabajar por la libertad individual y general como fruto de la abolición de todo dominio, del estado (4). Mühsam era consciente del grado de utopía que entrañaba su objetivo y sin embargo, escribió, siempre debía exigirse lo máximo sin tener en cuenta las perspectivas de su realización, “la utopía es la condición previa a todo desarrollo” (5). Pero Mühsam vivió en coherencia con sus propios postulados utópicos; las condiciones materiales de su existencia rayaban la pobreza absoluta, no dudaba en compartir cuanto tenía y consagró su vida y obra a la revolución intelectual, social y política sobre la base de la cuestión fundamental de su pensamiento: en qué medida al individuo libre se le permite influir en la sociedad. Mühsam se distancia del determinismo inherente a una concepción materialista de la historia y propugna la subversión a todo tipo de poder, la revolución individual, a la que dedicó la totalidad de sus escritos, toda su vida.

Nacido en Berlín (6 de abril de 1878) en el seno de una familia judía, pasó su juventud en Lübeck; trabajó de ayudante de farmacéutico, pero pronto decidió vivir de la literatura, por lo que en 1901 marchó a Berlín. Allí se adscribió a la comuna de la “Neue Gemeinschaft” (6) fundada por los hermanos Julius y Heinrich Hart y Gustav Landauer, quien se convirtió en su maestro de por vida. Tras un largo periodo de peregrinaje por Europa, en 1909 se instaló en el barrio muniqués de Schwabing, en donde compatibilizó una existencia de literato bohemio y de anarquista socialista que le llevaría a innumerables enfrentamientos con las autoridades (7). A partir de entonces, Mühsam se entregó a la agitación de las clases sociales más oprimidas: la bohemia y el proletariado. Fue redactor de la revista anarquista Der arme Teufel, colaboró en publicaciones caracterizadas por ejercer una intensa crítica social -como Simplicissimus, Gesellschaft, Aktion-, editó Kain en solitario, publicó volúmenes de poemas, cuatro obras de teatro, escribió canciones de amor, crítica y protesta para los cabarés de Berlín, Viena y Múnich. Al concluir la Primera Guerra Mundial, durante la que fue encarcelado a causa de sus actividades pacifistas, perteneció al grupo de cabecillas de la República de Baviera, tras cuyo derrocamiento fue condenado a 15 años de prisión. A partir de 1924, excarcelado gracias a la amnistía de Hindenburg, se concentró en su tarea política, en particular mediante la edición de su revista anarquista Fanal (1926-1931), heredera de Kain, haciendo hincapié en la necesidad de la unión de los partidos de izquierdas y alertando sobre el peligro nacionalsocialista. Fue activista y orador tanto en pequeñas reuniones anarquistas como en numerosas asambleas convocadas por el partido comunista, colaboró en las actividades organizadas por el sindicato de escritores alemanes, en la preparación y celebración de congresos y conferencias antimilitaristas, apoyó la propaganda a favor de la expropiación de los príncipes alemanes, participó en la proclamación de la República de Baviera. Apoyó estas y otras causas revolucionarias también con sus escritos y en particular con sus revistas, que siguió publicando pese al sacrificio económico que entrañaban (8). El 28 de febrero de 1933 fue encarcelado, brutal e ininterrumpidamente torturado, y asesinado en el campo de concentración en Oranienburg la noche del 9 al 10 de julio de 1934.

III
La dimensión política de Mühsam le condujo a la búsqueda de comunidades y a partir de las que perseguir una nueva realidad; en su dimensión de escritor, sin embargo, Mühsam se abstuvo de subsumirse a una corriente, pese a lo cual ha sido adscrito al expresionismo literario, del que abominaba al igual que del esteticismo de los georgianos (9). Bien es cierto que Mühsam comparte rasgos de la sociología expresionista, como delata su preferencia por las figuras socialmente marginales (enfermos, prostitutas, criminales, locos, etc.) mediante quienes los expresionistas quieren saberse identificados con el fin de desmarcarse de una sociedad deshumanizada, enajenada. No obstante, mientras que para buena parte de los expresionistas dicha .identificación. no trascendía de mero recurso literario, la marginación era la forma de vida de Mühsam, lo cual tendría repercusiones en su realidad más inmediata:

“Mis conocimientos, mis sentimientos, mi temperamento y mi conciencia social me han vinculado a los más pobres de la sociedad, a los expulsados, despreciados y abandonados. Esta comunidad ha dado ocasión a un proceso judicial por formación de sociedades secretas que en otoño de 1909 comenzó con una detención provisional y que en verano de este año ha concluido en un juicio oral en Múnich” (10).

La coherencia de Mühsam hace que la identificación con los marginados devenga en integración, reivindicación y revolución: integración por formar parte voluntariamente del grupo de los marginados y reivindicación por que la sociedad acepte no sólo que es incompleta sin aquellos a los que excluye, sino que, a la luz de la libertad que comporta la forma de vida de la bohemia, la burguesía cuestione la suya propia. De ahí su concepto de rebeldía frente a lo instituido, su idea de revolución moral y social. En consonancia con su tiempo, Mühsam entendió que, en toda revolución, construcción y destrucción son sinónimos, pero, sobre todo, asumió la revolución como un proceso tanto colectivo como meramente individual (11).

Mühsam expandió su rebelión utilizando los medios que la burguesía había puesto a su alcance: la prensa, en particular mediante sus revistas Kain y Fanal. Así como Die Fackel era el órgano de expresión de un solo hombre, Karl Kraus, Kain era la voz de Mühsam, cuyas páginas daban cabida a la crítica social, política y literaria desde las convicciones anarquistas y socialistas de su autor-editor. Kain, revista pro humanidad, como reza el subtítulo, ya pone de manifiesto el carácter subversivo de sus páginas así como el posicionamiento de su editor en favor de aquellos que el poder aparta, de todos aquellos insumisos dispuestos a proclamar su propio reino en la tierra. En sus páginas, Mühsam brindaba un espacio a quienes no lo tenían en el arte oficial, ahora en manos de la burguesía, la cual había prostituido su dimensión ética con el fin de convertirlo en expresión de un poder recién conquistado:

IV
“El arte oficial burgués nace y se consolida cuando la burguesía, una vez conquistado el poder, se prepara para defenderlo de cualquier ataque [...]. El arte oficial, pues, aun manteniendo a menudo una apariencia realista, no podía ser más que antirrealista o pseudorrealista, en cuanto que su función ya no era la expresión de la verdad, sino su ocultamiento. El arte oficial sólo tenía una función apologética y celebrativa; cubría con un velo de agradable hipocresía las cosas desagradables y tendía a dilatar la ilusión de las pasadas virtudes cuando habían sido sustituidas por vicios profundos" (12).

A diferencia del arte oficial, Mühsam entiende la cultura, el arte, como resultado y origen de una comunidad apegada al pueblo y a su realidad (13). Más aún, critica a todos aquellos artistas «esotéricos» que se refugian en los paraísos artificiales construidos para una selecta minoría y que reniegan del pueblo, arrogándose el derecho de utilizar el término “arte” (14) para referirse a lo que Mühsam califica de “palabrería”, de “arte vacío”, “menesteroso”, “carente de vida” (15).

Así pues, Mühsam empleó sus armas en contra del arte tradicional, inmóvil, ahora mercantil, que controla la burguesía como capital simbólico de su poder, dado que el arte, por naturaleza libre, no puede someterse al dictado de quienes detentan el poder económico. En su batalla por preservar cuando menos el arte de las prescripciones del poder, del estado, Mühsam arremete contra el burgués, antítesis del bohemio y representante de la sociedad capitalista, ya desde el siglo XIX satirizado como representación de todo lo retrógrado y caricaturizable de la sociedad, cuyos rasgos fundamentales derivan del miedo: “El rasgo esencial del burgués es su terror al desliz moral de sus contemporáneos y a que sea psicológicamente incontrolable” (16). Esta limitación, este encadenamiento del burgués, conlleva una férrea organización para la observación y control de sus leyes, morales y económicas, con el fin último de la normalización. Frente a la sociedad unida de forma involuntaria por el temor, la soledad del bohemio, incapaz de identificarse y de integrarse con la mayor parte de sus prójimos, lo cual le produce “desesperación” -inherente a la necesidad artística-, que vive en experimentación continua con la casualidad, con el momento (17). Mühsam sostiene que al bohemio no le define una propiedad que pueda o no adquirirse o incluso aprenderse, sino “el escepticismo radical en la contemplación del mundo, la negación a conciencia de todos los valores convencionales, el temperamento nihilista [...]. Un bohemio es una persona que, partiendo de la tremenda desesperación que le produce no poder tener nunca contacto íntimo con sus prójimos -siendo tal desesperación la más verdadera de las necesidades artísticas-, [...] se abalanza a la vida" (18).

V
La vida del bohemio implica arte en tanto entraña libertad y desesperación. Por consiguiente, dado que su modus vivendi es causa y consecuencia de su expresión creadora, sí es susceptible de devenir en artista a diferencia de su antípoda, el burgués. Únicamente el bohemio no se somete a las leyes del mercado, puesto que crea no para vender, sino obedeciendo a un impulso artístico congénito a su forma de vida y contrario al mundo mercantilizado de la burguesía. El bohemio rechaza y no aplica a su existencia el concepto de productividad, normalización y aprovechamiento; su inadaptación está estrechamente ligada con una vida más libre o bien, cuando menos, no maleable por el burgués: “En cambio también son artistas aquellos a quienes considero marginados de la sociedad, aquellos que, sin ser artísticamente productivos, rigen todas sus expresiones vitales por un impulso artístico" (19).

El bohemio, entonces, ha de ser asumido como un rebelde en constante antagonismo a una sociedad caduca, como precursor de nuevas formas de vida, de nuevas formas artísticas. «Naturaleza artística» se opone a «existencia burguesa» (20), por lo que bohemio, retornando al romanticismo, se identifica con lo instintivo, con lo natural, en contraposición clara a la existencia racionalizada del burgués capitalista, restringida por las leyes artificiales promulgadas por el estado (sociales y económicas) y la Iglesia (morales y éticas).

Además de ello, Mühsam critica al burgués porque abomina del concepto de utilidad que prevalece en la sociedad capitalista de la que es fruto, de la que deshumanización y enajenación del individuo no son sino sus consecuencias más inmediatas. La desesperación, originada por la infranqueabilidad del abismo abierto entre sí y la masa, le incita un deseo frustrado de una comunidad ideal libre, humanitaria, natural, de modo que Mühsam apela a la unión de todos los excluidos sociales en una comunidad solidaria de marginados, germen de la nueva sociedad humana emparentada por su pseudoanarquismo, por su aversión hacia toda estructura que ejerza cualquier tipo de autoridad, incluida la intelectual y la familiar. En consonancia con los textos programáticos de Ludwig Rubiner y las obras de Ernst Toller, Mühsam parte de la diferencia comunidad-masa/estado, ya que interpreta comunidad como unidad libre y voluntaria de individualidades, en la que, abundando en las tesis de Piotr Kropotkin, la reciprocidad se instituye como principio sustentador de la sociedad. Mühsam entendía por socialismo y comunismo la asociación a-estatal de individuos libres; por “anarquía”, la vinculación de iguales en libertad (21).

En el paso de “necesidad” a “elección tomada libremente” como razón para formar una comunidad estriba la trasformación que postula Mühsam de acuerdo con las ideas de Gustav Landauer (22), impresas en Aufruf zum Sozialismus (23) y que Mühsam haría suyas hasta el final de sus días (24):

“Es el espíritu, el espíritu de los pensadores, el espíritu de los vencidos por el sentimiento, de los grandes amantes, el espíritu de aquellos cuya conciencia de sí mismos y su amor al prójimo se funden en el conocimiento universal; ese es el espíritu que ha conducido a los pueblos a la grandeza, a la alianza, a la libertad. Entonces de cada individuo brotaba como algo natural el deber apremiante de formar una comunidad con sus hermanos; entonces la sociedad la integraban sociedades; la comunidad, la voluntad libre" (25).

VI
Precisamente en la comunidad socialista reside la utopía de Mühsam, para cuya puesta en práctica apela a “pensadores” y a artistas. Recurre a la agitación como forma de vehicular sendas vertientes política y literaria (26), entendiendo por agitación “decir lo que subjetivamente es cierto” (27) -paz, socialismo y anarquía-, para más adelante formularlo y así convertirlo en un pensamiento que se transformaría en acción (28) o revolución, esto es, en la constitución de una comunidad libre, fruto y germen al mismo tiempo de una humanidad nueva.

En el escritor recae la tarea de allanar el camino a la revolución “sembrando descontento y predicando desesperación” (29) con el fin de "que el pueblo comprenda que es explotado y así contribuya a la destrucción de lo existente y a la construcción conjunta de algo mejor" (30):

“Si están juntos los individuos adecuados, aquellos cuya voluntad sea irrefrenable, aquellos desesperados no materialistas y sí emprendedores, imprudentes, idealistas, surgirá la nueva sociedad socialista por sí sola. Entonces los grupos que trabajen producirán en colonias propias lo que necesiten. Las diferentes colonias iniciarán un comercio basado en el intercambio; el beneficio del trabajo pertenecerá a aquellos que lo hayan realizado y a partir de las comunidades, federaciones, colonias, comunas, surgirá la nueva sociedad socialista que seguro será distinta de lo que la soñamos, y que con gran seguridad será más humana, más hermosa y más culta que el estado con sus cuarteles, cárceles, correccionales, burdeles, comisarías, colegios represivos, iglesias y parlamentos" (31).

Al identificar su papel de artista con el papel de agitador, de revolucionario, Mühsam sólo concibe al creador de una forma social y dinámica, activa, no en último lugar a causa de la desesperación producida por el entorno adverso al que, como bohemio, le ha arrinconado el capitalismo:

“Vosotros, los que tenéis todos los motivos para ser rebeldes, no seáis burgueses. El artista es un paria, como el mayor de los canallas. ¡Ay del artista que no sea un desesperado! Nosotros, la gente de espíritu, queremos sabernos en un frente común con vagabundos y mendigos; junto a los excluidos y a los criminales queremos luchar contra el señorío de la ausencia de cultura. Todo aquel que sea víctima es de los nuestros. Da igual si nuestro cuerpo o nuestra alma sufren carencias, hemos de llamar a la batalla. Justicia y cultura son elementos de la libertad. Temblorosos, los burgueses, señores del capital y de los estudios, harán hueco a la libertad el día en el que el espíritu se una al corazón" (32).

La revolución la llevarán a cabo entonces artistas y bohemios, indefectiblemente anarquistas, dado que la ausencia de limitaciones, deber y autoridad es requisito indispensable de la obra de arte (33). Sólo quedan las limitaciones voluntarias que impiden advertir la necesidad de rebelarse y transformar un contexto hostil impuesto. Más aún, obligación del artista anarquista es recuperar su cualidad de “espiritual”, recuperar la relación entre el individuo libre y el conjunto de la humanidad, por lo que exhorta a los artistas, además de a ser “seres humanos” y a “tener corazón” (34), a que sean sinceros: “Vosotros, los que creáis obras de las que llameará el espíritu de nuestro tiempo, ¡cuidaos de que vuestras obras no mientan! (…) No engañéis al mundo venidero con imágenes que revistan de oro el lamentable gris de nuestros días”. Tacha la “cómoda satisfacción” de despreciable y de burgués a aquel artista que cierra los ojos ante la miseria (35). La superación del distanciamiento arte y realidad pasa entonces por el hecho de que el artista ponga su arte al servicio del pueblo (36). Artista es quien colabora en la creación de un mundo mejor para sí mismo y para el prójimo.

VII
Así, espíritu se entiende como el potencial del ser humano que conlleva al sentimiento de unidad universal, por lo que Mühsam retoma el término que Landauer había recuperado del romanticismo como un concepto clave para determinar las relaciones del ser humano con su entorno (37). La llamada a la revolución en favor de una futura comunidad espiritual de anti-burgueses comprendía entonces a los artistas, escritores, bohemios y trabajadores, dispersos en partidos de izquierdas (38); el ambiente revolucionario, como ya había indicado Landauer, únicamente puede tener su origen en la profundidad de la miseria más honda, tanto material como espiritual:

"La necesidad exterior ayuda a despertar la interior; el santo descontento da señales de vida y se despierta; algo como un espíritu -espíritu es el espíritu común, espíritu es unión y libertad, espíritu es la alianza de seres humanos (...)- sobreviene a los hombres, y donde está el espíritu, está el pueblo; donde está el pueblo, hay una cuña que empuja hacia adelante, hay voluntad; donde hay voluntad, hay un camino (...), porque el espíritu es alegría, es movimiento que no puede detenerse, que no permite que nada en el mundo lo detenga" (39).

La agitación, la politización de intelectuales en la época anterior a la Primera Guerra Mundial, abre un debate en el expresionismo, en particular a partir de los activistas, que aún no se ha cerrado. La filosofía que sustentaba la programática del activismo se remonta a la concepción hegeliana de un .espíritu universal, que se pone en práctica en las diferentes expresiones del mundo visible y que avanza hacia la conciencia de sí mismo (40). La función del sujeto, en consecuencia, es ser “portador de la conciencia, no sólo del artista creador” (41), por lo que, al igual que los activistas, llaman a la revolución:

“En las melodías resuenan revoluciones tonales y los pintores (ya lo dijo alguien) (42) construyen barricadas. El arte nuevo está preñado de símbolos de realidad para todos los prodigios que, de un modo impreciso, llevan las almas de sus congéneres. Y su consecuencia es una inquietud sin igual. Ruido. Disturbio. Guerra a muerte” (43).

El activismo logró por fin dotar al ser humano del protagonismo que le había sido sustraído, convirtiéndole en un ser dinámico capaz de la transformación de su entorno y de elaborar los presupuestos necesarios para que dicha transformación se lleve a cabo. Sin embargo, a diferencia de los activistas expresionistas, que veían en la redacción de textos programáticos el desarrollo de la utopía que propugnaban -con lo que la transformación de la realidad pasa a un segundo plano a favor del mero hecho de la voluntad transformadora- (44), Mühsam aboga por la puesta en práctica de los propios postulados, una vez más en una doble vertiente: como artista y como político.

Pese a la loable procedencia del término (45), Mühsam entendía el término “intelectual” en relación con la burguesía; en su opinión, todo aquel que se dice intelectual intenta situarse en un plano superior al del proletariado (46). Por este motivo se asumía como “portavoz” (47), como artista de la palabra que no escribe “para”, sino “desde” el proletariado porque forma parte de él (48), de manera que, como el intelectual, no participa en la revolución por caridad cristiana, juzgando su actividad como un don que reparte entre los pobres. El proletariado, escribe Mühsam, quiere reciprocidad y no obras de misericordia (49) de un grupo social que, dependiente de la sociedad capitalista de clases, condesciende a prestar su ayuda de naturaleza superior, por lo que incluso proclama: “¡Proletarios, guardaos de los “trabajadores del espíritu” !” (50).

VIII
Dado que desde el momento mismo de la creación del texto el autor es un sujeto activo que no cree en lo establecido, sino que hace, posibilita creer en algo nuevo, el papel del revolucionario-intelectual, entonces, se sitúa para Mühsam en la primera de las tres fases que llevan a la revolución conducente al sistema anarquista comunista: la información, en la preparación del individuo. “Lo que quiero revolucionar no es la lengua alemana, sino las cabezas de los trabajadores alemanes” (51), dijo en clara alusión a la generación para él malograda de los expresionistas.

Con el propósito de agitar, de revolucionar, Mühsam retomó la publicación de Kain, cuya edición había detenido durante la Gran Guerra a consecuencia de su pacifismo a ultranza. El 18 de noviembre de 1918, Mühsam retomó la andadura de su revista haciendo hincapié en la nueva tarea que con la irrupción del nuevo mundo le había sido adjudicada: “trabajar para la humanidad” y la “liberación” que ya “había comenzado” (52). Con la misma intensidad con la que antaño abanderó la reivindicación de bohemia y mundo artístico, tras el fin de la guerra Mühsam se concentra en su faceta política. Así, Kain se convierte en un panfleto revolucionario que predica la revolución y proclama la república en Baviera, en la que llama a “poner en práctica el socialismo, el comunismo” (53), a consecuencia de lo cual fue encarcelado y extremadamente maltratado física y psíquicamente.

Mühsam apela a individualidades y no a un destinatario anónimo para hacer hincapié en la colectividad como única posibilidad de acción, y exhorta a la liberación de cada uno por sí mismo. Esto se repite en los primeros versos que introducen la revista Fanal, editada asimismo en solitario a partir de octubre de 1926:

“¡Reconoced vuestra fuerza! ¡Sed vosotros! (…) Preguntas y cálculos no liberan el espíritu. Está ardiendo el fuego: ¡la acción es un deber! Destrozadlas vosotros mismos, vuestras cadenas no se romperán por sí solas” (54).

IX
En definitiva, Mühsam entendía la revolución como un hecho que parte de la individualidad activa, en contra de una lectura sólo económica del marxismo y sus consecuencias, ya criticada por Landauer de forma explícita en Aufruf zum Sozialismus, a saber, Marx únicamente se había ocupado del análisis y crítica del capitalismo sin llegar al socialismo. Marxismo y capitalismo están condenados a muerte; no obstante, el proletario no puede librarse de la explotación, no podrá ser libre ni vivir en una sociedad socialista hasta que no se haya liberado por sí mismo de la idea del estado, para lo cual habrá de dinamitar las columnas que lo sostienen: autoridad y disciplina, centralismo y burocratismo, positivismo y fatalismo (55), columnas a su vez asentadas en el sistema capitalista e, inevitablemente, en el concepto de privilegio.

Por consiguiente, el papel que Mühsam desempeña tras la guerra excede al de mero intelectual, como permite deducir la carta que un joven obrero en la que le pide ayuda y consejo sobre cómo organizar la revolución:

“Usted tiene una experiencia práctica de revolucionario que no es moco de pavo; por ella le pido que me ayude, que ayude al proletariado. Por el amor de Dios, dígame qué es lo que debo y puedo hacer para encontrar una salida a este callejón miserable. Mire usted, tengo 18 años, pero estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para poner fin a esta mierda. Lo que le pregunto es ¿qué se puede hacer?” (56)

Con esta carta se pone de manifiesto el carácter performativo (57) de los textos que Mühsam publicaba en la prensa. Sus palabras habían sido actos, que, cuando menos, avalan la posibilidad de participar en el deseo de poner en práctica lo antaño utópico. La poco frecuente y singular imbricación vida y obra de Mühsam transmite a sus palabras la categoría de acciones concretas, consigue recuperar la relación perdida entre palabra y realidad, expresa la realización de lo antes sólo deseado, es decir, convierte lo antes utópico en un posible futuro. Sabedor de su papel como agitador y consciente del poder de la palabra, en su respuesta Mühsam incide tanto apelando a la función belicista del lenguaje como a la responsabilidad individual, principio de todo acto conjunto:

X
“Sí, camarada, ¡gritad, gritad, gritad hasta que todo estalle! Porque vuestros gritos, no nuestros debates, es lo que creará la organización de revolucionarios decididos de la que tú esperas la salvación (...). Vosotros, los jóvenes, poned los pilares del futuro, de lo nuevo, gritando, enseñando, llevando a cabo una acción conjunta e individual; seguid vuestra intuición, creed en vuestros instintos, organizaos de forma activa y no esperéis a los que somos viejos” (58).

Con sus escritos, pero también con su vida, Erich Mühsam trasciende el papel de agitador devolviendo a la palabra no sólo su dimensión real, sino su característica de poder convertirse en acto, con lo que a su vez restituye al intelectual, al escritor y al artista, su dimensión ética. Aún a día de hoy, Mühsam transmite la idea de que es posible, de que es necesario exigir para sí y para los demás el ejercicio de la libertad.

 

CARMEN GÓMEZ GARCÍA

 

Carmen Gómez García, “Erich Mühsam: o el compromiso del intelectual”. RDFA (Revista de Filología Alemana), Número Extraordinario 1. Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2009, Madrid. Pp. 175-186.

 

(1) Mühsam, E., Unpolitische Erinnerungen. Berlin: Aufbau 2003, 193.

(2) Zmegac, V., Kleine Geschichte der deuschen Literatur. Von den Anfängen bis zur Gegenwart. Regensburg: Athenäum 1981, 307.

(3) Mühsam, E., Unpolitische Erinnerungen, op. cit., 82-83.

(4) Mühsam resumió su pensamiento político en Die Befreiung der Gesellschaft vom Staat, que publicó en 1932, dos años antes de ser asesinado por las SS.

(5) Mühsam, E., «Idealistisches Manifest», Kain 1 (1914), 4.

(6) Además de los mencionados, otros de sus miembros eran Wilhelm Bölsche, Martin Buber, Karl Heckell, Max Reinhardt, Albert Weidner, Bruno Wille, etc.

(7) Mühsam, E. Unpolitische Erinnerungen, op. cit. Véase el epílogo de Hubert van den Berg, páginas 195-214

(8) Leschnitzer, F., «Der Weg Erich Mühsams», en: Teichmann, W. (ed.), Färbt ein weißes Blütenblatt sich rot... Erich Mühsam. Ein Leben in Zeugnissen und Selbstzeugnissen. Berlin: Der Morgen 1978, 20-21.

(9) Véase Mühsam, Unpolitische Erinnerungen, op. cit., pp. 48-49, 82-83; Schiller, D., «Erich Mühsams Sicht auf die literarische Szene des Vorkriegs-Jahrzehnts», Schriften der Erich-Mühsam-Gesellschaft 2 (1990), 52-69, en particular 57-58.

(10) Mühsam, E., «Protest», Die Zukunft 9 (1910), 298; escrito de Mühsam acompañado de un pequeño texto firmado por Hermann Bahr, Heinrich Mann, Thomas Mann y Frank Wedekind. En este texto, además, Mühsam ejerce una protesta contra la censura intelectual de la que es víctima y por la que se le prohíbe publicar en las revistas más importantes.

(11) Mühsam, E., «Revolution», Revolution 1 (1913), 2.

(12) De Micheli, M., Las Vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza 1966, 49.

(13) Mühsam, E., «Volksfestspiele», Kain Kalender 1912, 55.

(14) Mühsam, ibidem.

(15) Mühsam, E., «Appell an den Geist», Kain 2 (1911), 20.

(16) Mühsam, E., «Bohème», Die Fackel 202 (1906), 4-10.

(17) Mühsam, E., Askona. Vereinigte Texte aus den Jahren 1905, 1930 und 1931. Zürich: Sanssouci 1979, 67.

(18) Mühsam, E., Askona. Op. cit., 393.

(19) Mühsam, E., «Bohème», op. cit., 5.

(20) Kreuzer, H., Die Boheme. Analyse und Dokumentation der intellektuellen Subkultur vom 19. Jahr-

(21) Mühsam, E., Die Befreiung der Gesellschaft vom Staat. Was ist kommunistischer Anarquismus? Berlin: Fanal 1932, 68.

(22) Gustav Landauer (1870-1919) fue uno de los principales cabecillas alemanes del anarquismo, por lo que fue encarcelado en varias ocasiones. Su visión particular del socialismo cultural pacifista no consistía en la conquista del poder estatal, sino en la regeneración de estructuras sociales y humanas mediante la asociación voluntaria. En 1908 fundó la Liga Socialista; después de la Primera Guerra Mundial, colaboró en la República de Baviera en calidad de comisario del pueblo. Fue apresado meses después y asesinado por linchamiento en la cárcel de Stadelheim.

(23) Gustav Landauer y Erich Mühsam fueron fundadores de la Liga Socialista, instituida el 14 de junio de 1908.

(24) Mühsam, E., Die Befreiung der Gesellschaft vom Staat. Was ist kommunistischer Anarchismus? Op. cit., 66.

(25) Landauer., G., Aufruf zum Sozialismus. Berlin: Paul Cassirer 1911, 5.

(26) Ya Wedekind había alertado a Mühsam del peligro que conllevaba compatibilizar dos modos de vida, dos actividades tan dispares como la política y la literatura. Mühsam insistió en que precisamente simultanear ambas era lo que le mantenía con vida. Véase Mühsam: Unpolitische Erinnerungen, op. cit., 9-10.

(27) Mühsam, E., «Idealistisches Manifest», Kain 1 (1914), 5.

(28) Mühsam, E., «Idealistisches Manifest», op. cit., 4.

(29) Mühsam, E., «Im Geiste Bakunins», Kain 3 (1914), 36.

(30) Ibidem.

(31) Mühsam, E., «Aufruf zum Sozialismus», Kain 3 (1911), 39.

(32) Mühsam, E., «Appell an den Geist», op. cit., 21.

(33) Mühsam, E., «Künstlerpflicht» (1917), 74-75.

(34) Mühsam, E., «Appell an den Geist», op. cit., 21.

(35) Mühsam, E., «Appell an den Geist», op. cit., 20.

(36) Dos fueron los escritores que, en opinión de Mühsam, mejor lograron la armonía entre arte, agitación y política, cuya individualidad artística supo ofrecer a la humanidad verdades válidas para el futuro: Frank Wedekind [véase Mühsam, E., «Frank Wedekind», Kain 4 (1914), 49-54 y Heinrich Mann [véase Kauffeldt, R., «Tradition und Utopie . Zum Verhältnis von Kunst und Anarchie im Denken Erich Mühsams», Schriften der Erich-Mühsam-Gesellschaft 2 (1990), 22], también porque supieron hacerse eco en sus obras de sentimientos y sensaciones que el arte oficial pretendía mantener ocultos, dando expresión a una nueva sensualidad del ser humano. La reivindicación de la libre experimentación de los placeres constituye un nexo más de unión entre la bohemia y el artista.

(37) Knüppel, C., «Geist und Geschichte. Gustav Landauers Vorstellungen von einer Transformation der Gesellschaft», Schriften der Erich-Mühsam-Gesellschaft 7 (1993), 25-26.

(38) En 1900 únicamente 680.000 trabajadores se habían afiliado a un sindicato; en 1913, en cambio, la suma ascendía a 2,5 millones de miembros. En Rürup, R., Ulrich Wehler, H.U. y Schulz, G., Deutsche Geschichte. Band 3: 19. und 20. Jahrhundert. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht 1985, 236 y ss.

(39) Landauer, G., op. cit., 3.

(40) Domino, R., Die Programmatik des Expressionismus. Viena: Phil. Diss 1933, 119.

(41) Ibidem.

(42) Alusión al famoso texto activista de Rubiner, L., «Maler bauen Barrikaden», Die Aktion 5 (1912), 135-137.

(43) Kanehl, O., «Werdet politisch!», Wiecker Bote 10 (1913), 1.

(44) Véase Hucke K.H., Utopie und Ideologie in der expressionistischen Lyrik. Tübingen: Niemeyer 1980, 168.

(45) La participación activa de la inteligencia literaria a favor de revisar el proceso contra Alfred Dreyfus a finales del siglo XIX. Véase: Stark, M. (ed.), Deutsche Intellektuelle 1910-1933. Aufrufe, Pamphlete, Betrachtungen. Heidelberg: Schneider 1984.

(46) Mühsam, E., «Selbstbiographie. Nachtrag vom Dezember 1920», en: Teichmann, W., Färbt ein weißes Blütenblatt sich rot... Berlin: der Morgen 1978, 127.

(47) Mühsam, E., Die Befreiung der Gesellschaft vom Staat, op. cit., 67.

(48) Mühsam: «Selbstbiographie. Nachtrag vom Dezember 1920», en: Wolfgang Teichmann: Färbt ein weißes Blütenblatt sich rot... Berlin: der Morgen, 1978, p. 127-128, aquí p. 127.

(49) Mühsam, E., «Die Intellektuellen», Die Aktion 3/4 (1921), sp. 53-56.

(50) Mühsam, E., «Die Intellektuellen», Die Aktion 3/4 (1921), sp. 54.

(51) Erpenbeck, F., «Erich Mühsam», en: Teichmann, W., Färbt ein weißes Blütenblatt sich rot... Berlin: der Morgen 1978, 228.

(52) Mühsam, E., «Flugblatt», Kain 1 (1918), 1.

(53) Mühsam, E., «Proletarier aller Länder vereinigt Euch», Kain 9 (1919), 36.

(54) Mühsam, E., «Ihr treibt das Rad; ihr wirkt die Zeit», Fanal 1 (1926), 1.

(55) Mühsam, E., «Bismarxismus», Fanal 5 (1927), 71.

(56) Mühsam, E., «Ein Brief», Fanal 2 (1927), 45.

(57) Wagner, B., «Auslöschen, vernichten, gründen, schaffen zu den perfomativen Funtionen der Manifeste», en: Asholt, W. y Fähnders, W., «Die ganze Welt ist eine Manifestation»: die europäische Avantgarde und ihre Manifeste. Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft 1997, 39-57.

(58) Mühsam,E., «Ein Brief», op. cit., 45-46.

 

 

Ilustraciones:

I. Jean Lébédeff (1884-1972), retrato de Erich Mühsam. Xilografía de 12.2 x 8.8 cm.

II. Portada de “Revolution” nº 1. Munich, 15 de octubre de 1913. 

III. Primera edición de "Standrecht in Bayern", publicado en 1923 por Vereinigung Internationaler Verlagsanstalten en Berlín. Ilustración en la portada de Otto Schmalhausen (1890-1958).

IV. Portada de "Die Aktion", año IX nº 41-42. Berlín, 18 de octubre de 1919. Ilustración de Walter Otto Grimm (1897-1919).

V. Portada de "Morgen" nº 12. Berlín, 20 de marzo de 1908.

VI. Primera edición de "Revolution. Marsch -Kampf und Spottlieder", publicado por Der Freie Arbeiter en 1925, Berlín. Ilustración en la portada de Max Dungert (1896-1945).

VII. Primera edición de "Alarm", colección de poemas, artículos de revistas, discursos y el "manifiesto idealista", publicado en 1925 por Der Syndikalist en Berlín.

VIII. Primera edición de "Gerechtigfeit für Max Hoelz !", publicado por Rote Hilfe Deutschland en 1926.

IX. Primera edición de "Von Eisner bis Leviné", ensayo de "impresiones personales" sobre la República Soviética de Baviera, publicado en 1929 por Fanal en Berlín.

X. Portada de "Fanal" nº 5. Berlín, año III - febrero de 1929.

 

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