PIERRE-JOSEPH PROUDHON: Sobre la impostura religiosa

 

En este brevísimo fragmento de la voluminosa obra “De la creación del orden en la Humanidad o principios de organización política” (1), Pierre-Joseph Proudhon nos devela el origen del discurso homilético y la impostura religiosa cristiana. Una mezcla de: mitología y literatura clásica reinterpretadas; los sórdidos y miserables cuentos de la Biblia; alucinadas hagiografías y visiones. Y todo este embrollo compilado y codificado en tratados alegóricos sobre las virtudes y los vicios, delirantes vidas de Santos (2), símbolos siempre con significados oportunamente polivalentes, numerología y enigmáticos jeroglíficos sólo para iniciados, fábulas ejemplarizantes, y bestiarios poblados de amenazadores animales fantásticos y teriomorfos. Un abigarrado repertorio iconográfico para atemorizar al prójimo que podemos apreciar muy bien en la escultura (siempre pegada al muro) de las iglesias románicas (3) y especialmente en la talla de los capiteles, que pese a las limitaciones expresivas de la “ley del marco”, vendrían a ser auténticas enciclopedias visuales del ilusorio y fantasmagórico mundo religioso medieval.

J.M.



Pero si a tenor de la definición que hemos dado, no es la religión otra cosa que la primera impresión causada en el ánimo del hombre por el espectáculo de la naturaleza, y parece que no excluye necesariamente el examen, ¿por qué en todas partes se han pretendido consagrar para siempre las invenciones religiosas?

Largo tiempo ha sido de moda atribuir esa conjura a los sacerdotes y a los reyes: nada es más injusto. 

La religión, tratando a su manera de explicar las cosas, expresándose con figuras y alegorías, y secundada en esto por la viva imaginación de sociedades jóvenes, produjo desde el origen vastas epopeyas cosmogónicas y todo un mundo de fantasmas. Incapaz de observar y definir, refugiábase en el simbolismo. Y ¿qué es el simbolismo? La materialización de la idea, como jeroglífico que hace las veces de fórmula. ¿Qué prueba? La impotencia de generalizar y abstraer, la opresión del espíritu por el hecho de la substancia.

“Ya no es el calor lo que produce el rayo, sino Júpiter armado para amedrentar la tierra”, ha dicho el poeta de la razón. Todos los hechos naturales, psicológicos y sociales, han sido vaciados por la religión en un mismo molde. De suerte que:

Los trastornos del globo fueron un diluvio enviado para lavar las culpas del género humano. 

El origen del mal, la manzana de Eva y la caja de Pandora. 

El espíritu de conquista, gigantes nacidos del comercio de los ángeles y de las mujeres. 

Las causas de la ruina de un pueblo, el festín de Baltasar. 

La legislación, los oráculos del Sinaí y las respuestas de la ninfa Egeria. 

El pudor conyugal, Juno en el monte Ida y María virgen y madre a un tiempo. 

Los tres reinos de la naturaleza, Dios en tres personas. 

La diversidad de los idiomas, la Torre de Babel. 

La palabra, el Verbo, segunda persona de la Trinidad. 

La reforma social, la iniciación por el baño. 

La fraternidad de todos los hombres, la eucaristía o manducación de Dios. 

La teoría de los delitos y las penas, las llaves de San Pedro. 

La sanción de las leyes, el Pont-Serrho o el juicio universal. 

Tales fueron las primeras composiciones con que el entendimiento humano, ensayando sus fuerzas, respondía a las grandes cuestiones de cosmogonía y antropología. Los milagros y teofanías formaban parte esencial de aquellas narraciones, cuyos actores, abstracciones personificadas, tomaron formas fantásticas, semejantes a los monstruos de que los artistas de la Edad Media atestaban las esculturas: esfinges, dragones, leones alados, quimeras, centauros, demonios, etc.

Y tal era la base, no sólo de las creencias, sino de la moral y de las leyes. ¡Júzguese, por lo tanto, si aquellas fábulas o mitos eran apreciados de los pueblos y preciosos para los legisladores. ¡Con qué desdén se acogería a los primeros que osaron poner en tela de juicio su realidad! ¿Quiénes sois, hombres nuevos, se les decía, para sustituir con los pensamientos de vuestro cerebro la palabra de Dios, la fe de nuestros padres? Nuestros padres fueron testigos de aquellos milagros, recibieron aquellas revelaciones, y nosotros sabemos que para Dios no hay cosa imposible…

¡Cuánto debió en seguida fortificarse la fe religiosa, cuando hasta la filosofía fracasó en la solución de los problemas que acusaba a la religión de disfrazar! 

Lejos de ser el simbolismo una respuesta a los problemas de que hablo, no ha hecho, por decirlo así, más que ponerlos en escena. Error muy común en nuestros días es el imaginarse que tales mitos encierran una filosofía profunda y altas fórmulas metafísicas, mientras que atestiguan la impotencia misma del pensamiento y la nulidad de la ciencia. 

Cuánto más se ahonde el espíritu del dogma y las tradiciones, tanto más nos convenceremos de que la religión gira perpetuamente en un círculo de ideas concretas destituidas de profundidad y generalidad, tanto más veremos ¡oh rareza! que nada comprende la religión en sus propios misterios y ceremonias, y que tanto se ignora a sí misma como desconoce el fin del hombre y el objeto de la sociedad. 



(1) PIERRE-JOSEPH PROUDHON, “De la creación del orden en la Humanidad o principios de organización política”. Valencia, Editorial Sempere, 1910 (escrito en 1843 y traducido por Marcial Busquets- 417 pp.). Pág.17 a 19

(2) Por ejemplo la desopilante historia de Santa Muirgen. 

(3) La pintura mural que decoraba todas las paredes, casi en su totalidad ha desaparecido por el propio paso del tiempo, la mala conservación, el cambio del gusto y las sucesivas reformas de los edificios. 



JAVIER MONTENEGRO. "Hágase la luz", 2013. Óleo sobre tela, 46x38 cm. Colección particular.




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Companotrabajes: El asqueroso machismo de Proudhon, repudiable en todos sus términos, no es óbice para considerarlo un preclaro filósofo precursor del anarquismo junto a Godwin, Bakunin y Kropotkin. 

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