UCRANIA, MANIPULACIÓN MEDIÁTICA Y RUSOFOBIA CON TODO

 
por Javier Montenegro

 
 

De los mismos autores que “las armas de destrucción masiva en Irak”, “vamos a llevar la democracia a Libia” o “la liada de Afganistán”, ahora nos presentan un nueva superproducción: “Ha estallado la guerra, los rusos han invadido Ucrania”.

Y otra vez en la guerra de la propaganda, el mundo vuelve a enfrentar un nuevo ataque global a la libertad de expresión.

Cada vez es más obvio que para las dictaduras de los mercados el control absoluto de la información y los mass media (medios de manipulación de masas), es tan importante como en las mal llamadas democracias populares.

Así, políticos y mass media, se han propuesto convencernos de que la entrada directa de Putin en el conflicto, harto de la prepotencia de los Estados Unidos y la Unión Europea -amenaza constante a Rusia-, pero también en defensa y solidaridad con las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, la República Popular de Crimea, y para ayudar a lxs ucranianxs a librarse de un gobierno nazi e ilegítimo; se trata de una invasión.

Se silencia información, se presenta sesgada, se nos miente; eventualmente contra toda lógica se pretende reescribir la historia, las víctimas se convierten en victimarixs, lxs agresorxs en agredidxs, se ocultan las operaciones de "limpieza étnica" (especialmente contra la comunidad gitana, pero también contra otras minorías nacionales), los asesinatos políticos (a rusoparlantes y antifascistas), el racismo contra personas de origen africano y asiático, los ataques de falsa bandera, los laboratorios de armas biológicas, el uso de tecnología militar de última generación contra población civil. El genocidio bien documentado desde 2014 con más de 14000 asesinatos en el este de Ucrania, se esconde. Y a la tardía respuesta de Putin por la más grande operación de amenaza contra las fronteras de Rusia y sus aliados, desde el desmembramiento de la URSS; y a la lucha por la libertad en el Dombáss; se le llama invasión.

Pero la realidad es otra, la realidad es que la guerra en todas sus formas, incluida la guerra de la propaganda sobre Ucrania, empezó antes de 2014, el año en que se proclamó en Kiev un gobierno ultranacionalista, después de años de desestabilización política financiada por los Estados Unidos y la Unión Europea, que después del cuento del Euromaidán, culminaron en un Golpe de Estado, con el que asegurarse un nuevo aliado hostil a Rusia y obsecuente a sus intereses.

Desde entonces los Estados Unidos han sido los principales proveedores de armas, munición y asesores militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania, además de asumir la labor de instruir y entrenar a “pacíficxs ciudadanxs ucranianxs” (ironía) en técnicas de insurgencia, contrainsurgencia, guerra y guerrilla urbana, dentro y fuera de Ucrania, con el cerebro bien lavado. Por lo que, el plan trazado por los Estados Unidos de sacrificar Ucrania dentro de su estrategia contra Rusia, estaba activo al menos desde hace más de ocho años.

Y como los mass media a estas alturas de la fiesta, no tienen ni ética profesional ni sentido del ridículo (1), sentados frente al televisor con la bolsa de palomitas, otra vez se nos hace víctimas de las manipulaciones más inmorales. Espectáculo lamentable que pone en marcha todos los resortes del show business, y son muchos, para confundir y engañar, como ya hicieron antes con Irak, con Gadaffi o en Afganistán. Buen intento, pero no todxs nos dejamos engañar, y si bien Putin es un tirano asqueroso, no por ello ignoramos que la OTAN es la mayor y más criminal estructura militar del planeta, que su poder e influencia son infinitamente mayores que las del “oso ruso” y su tirano de turno, y que han sido ellos quienes aprovechándose de la debilidad de Rusia han empezado este “ataque” que pretende cambiar las fronteras políticas establecidas desde el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, destruir la República Popular de Crimea, y establecer un nuevo marco geopolítico aún más ventajoso al imperialismo expansionista estadounidense.

Hoy Ucrania es el escenario escogido por los Estados Unidos donde implementar sus planes de dominio mundial de los mercados, con un triple objetivo, por un lado aislar a Rusia, para evitar su progreso material y moral: “Supongamos un Estado fuerte, de educación superior y de los más dichosos -en el sentido en que es posible hablar de la dicha general en el Estado- e imaginemos que algunas circunstancias lo aíslen del resto del mundo. Podéis estar seguros de que, después de cincuenta años a lo sumo -el espacio de dos generaciones- todo será estancamiento: su fuerza se debilitará, el estado cultural caerá al nivel de la imbecilidad; y en cuanto a la dicha, exhalará el olor de un queso Limburg” (2), y en España por experiencia propia conocemos muy bien este proceso. Un segundo objetivo, reinstaurar el gobierno nazi en Ucrania y su integridad territorial, ignorando el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Y en tercer lugar, poner obstáculos al avance del capitalismo chino.

Para ello desempolvan la Guerra Fría, y cierran el cerco en torno a Rusia considerada una amenaza al “mundo libre” (eufemismo de sociedades capitalistas de libre mercado), demonizan a Putin -lo que hay que reconocer que no es muy dificil- y por extensión a todxs los rusxs, a lxs que castigan con sanciones económicas; y esto tiene como efecto exaltar el patriotismo del nacionalismo panruso, el último instrumento que le queda al autócrata Putin en horas bajas para legitimar su autoridad. Y a la par que apuntalan el poder del tirano ruso (garantía de involución), eso sí, estrechándolo en el mapa -y envolviéndolo en un nuevo Telón de Acero-, pretenden hacernos creer que el régimen genocida de Ucrania, que tiene en sus Fuerzas Armadas un Batallón Azov (homónimo del tristemente famoso durante la 2ª GM) y considera héroe nacional y rinde homenajes a Stepan Bandera (criminal nazi de la 2ª GM), es una “respetable” democracia, acosada por terroristas y comunistas rusxs, que ni lo uno, ni lo otro, ni lo de en medio. 

Siendo un principio anarquista que todas las guerras son crueles e injustas, salvo la guerra social, que es más que deseable, necesaria; ha pasado otras veces a lo largo de la Historia que la fuerza de los hechos nos ha obligado a tomar decisiones tácticas coyunturales que sobre el papel podrían parecer contradictorias, y no así si nos atendemos al análisis político de las posibilidades objetivas dentro de una realidad histórica concreta, por ejemplo durante la guerra civil española. Otro ejemplo: sin duda, el mayor enemigo del anarquismo en el mundo desde el asesinato de McKinley en 1901, son los Estados Unidos de Norteamérica, pero eso no impidió que durante la 2ª GM lxs anarquistas fuéramos sus aliadxs contra Hitler. Tenemos “el sentimiento de revuelta, ese orgullo satánico que rechaza la dominación de todo amo, divino o humano, y que crea en el hombre el amor a la independencia y la libertad” (3), y no somos ilusxs, los ejércitos siempre serán enemigos del pueblo igual que los Estados son cárceles para el pueblo; y no habrá emancipación social hasta que no desaparezcan todos los Estados, estructuras burocráticas que parasitan la sociedad; pero independencia y libertad de pensamiento y obra, significa no ser dogmáticxs, y para alcanzar nuestros objetivos, sin renunciar a nuestros principios, en cada momento hemos de adaptar nuestras tácticas a las posibilidades reales, determinadas por las circunstancias, y en el caso que nos ocupa, por un acontecimiento que no hemos buscado ni deseado, y que nos viene dado e impuesto por la fuerza de los hechos.

El rechazo de lxs compañerxs anarquistas rusxs a Putin y lo que representa, es más que comprensible: Putin es un tirano homófobo; el patriotismo es una lacra para la humanidad; y compartimos su grito de “No a la Guerra”, los tiranos siempre usan las guerras como control demográfico y para reforzar su autoridad; pero también somos conscientes de que Rusia no ha empezado esta guerra y que Ucrania es el campo de batalla escogido por los Estados Unidos y la OTAN para tocarle las narices a Putin y China, así que ser neutrales beneficia claramente a uno de los bandos, que es además quien ha empezado esta guerra y que por ser el bando más fuerte, tiene todas las de ganar en una larga guerra de desgaste. En ocasiones, obligadxs por las circunstancias, anteponer el pragmatismo y lo posible, al ciego purismo ideológico, es un ejercicio pleno de anarquismo, lejos de la disciplinada escolástica marxista y la alucinada ortodoxia religiosa (4).

Así que ante la perspectiva de ignorar el genocidio y abandonar Ucrania a su suerte, en manos de un régimen ultranacionalista o directamente nazi, impuesto y sostenido por los Estados Unidos y la OTAN; y la voluntad independentista del Dombáss apoyada ahora por Rusia, nos toca ser pragmáticxs y por coherencia ideológica ponernos al lado de estos últimos. Y al grito de “No a la Guerra”, añadir que quienes hoy se enfrentan a las Fuerzas Armadas de Ucrania y sus aliados, lo hacen en defensa propia y en solidaridad con un pueblo que lleva desde 2014 siendo víctima de un genocidio diseñado desde Kiev, con el respaldo de los Estados Unidos y la OTAN, para nazificar Ucrania.





(1) Inolvidable el montaje de la Plaza Verde (hoy Plaza de los Mártires) de Trípoli en 2011.

(2) “Obras Completas, Tomo 5”, Mijail Bakunin. Ediciones La Piqueta, 1986, Madrid. Pág. 156

(3) “Obras Completas, Tomo 2”, Mijail Bakunin. Ediciones Jucar, 1980, Gijón. Pág. 152

(4) En la tradición judeocristiana representada por las Tablas de la Ley. 

2 comentarios:

  1. Nuevo revés a la OTAN con la proclamación este 16 de abril de la República Popular de Odesa; la ciudad donde en 2014 los nazis asesinaron atrozmente a 40 personas en la Casa de los Sindicatos.

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  2. En mayo de 2014 las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk decidieron unirse con el nombre de Nueva Rusia.

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