COVID-19 : ALIENACIÓN, DESIGUALDAD Y LAS FRONTERAS



por Javier Montenegro


La idiotización social se ha consumado. El proceso de alienación de las masas iniciado en el neolítico ha llegado a su momento de máxima expresión, los métodos han ido depurándose a lo largo de la historia, y si algunxs pensamos que después de la elección de Donald Trump, ya no se podría llegar más lejos, nos equivocamos. Poco imaginaba pikaia que al cabo de unos 540 millones de años de evolución, su más conspicux descendiente se vería sumidx en el mayor de los estupores por una simple gripe. La realidad vuelve a superar a la ficción. Y mi pregunta es qué se propone la OMS con esta alarma mundial o qué es lo que todavía no nos han contado. 

Quién le iba a decir a Marx que sería un virus quien paralizara la economía capitalista mundial, y no la conciencia de clase, el expediente abstracto -como lo llamaba Max Nettlau-, ni la lucha armada del pueblo dispuesto a entregar su vida por la dictadura del proletariado, paradojas de la vida. Pero no, no es el fin del capitalismo, desgraciadamente el capitalismo sigue sosteniendo la sartén por el mango, así que de momento la tesis de Paul Lafargue, el aborrecido yerno de su suegro, sobre el colapso del capitalismo -estúpida premisa situacionista-, va a ser que no. Y es que el capitalismo aún en cuarentena, sigue y va a seguir gozando de excelente salud, pese a una previsión de caídas de un 20% en los mercados, oportunidad para tiburones con buena musculatura, después de casi una década de bonanza.

Como dice el proverbio, “sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena”. Técnicamente nos enfrentamos a una "catástrofe" mundial, pero la forma de hacerlo, implementando el estado de excepción contra el terrible enemigo invisible, recuerda a remedios de épocas pretéritas y no puede ser más inadecuada por arcaica e insuficiente, no basta la paralización de actividad, el cierre de fronteras y un curso acelerado de prevención sanitaria acompañado de multas y sanciones, para empezar, el curso llega tarde, los virus no respetan fronteras, y además tanto si nos gusta como si no, inevitablemente la covid-19 volverá a aparecer el año que viene por las mismas fechas, de forma que cualquier medida que no sea de carácter internacional y de fondo, solo será un trampantojo. No se puede tapar la luna con un dedo, ni apagar un incendio con un vaso de agua, y menos en la época de la aldea global y las sociedades abiertas, si en el siglo XIV la peste negra tardó unos pocos años en extenderse por toda Europa, acabando con más de un tercio de la población estimada, en la era de la telefonía 5G, habría tardado días de no existir antibióticos. Con ser grande China, de donde parece proceder el brote de la pandemia, más grande es Asía, y más aún el mundo. Y es que el mayor problema para enfrentar con éxito la lucha contra el virus son las fronteras, fronteras sólo útiles para proteger los intereses de la clase ociosa y garantizar su dominio social, separar a las personas y exprimirlas sin intromisiones externas, y que en situaciones como esta nos muestran su verdadera cara, dificultando la solidaridad e impidiendo una acción efectiva de la lucha contra la pandemia.

Como escribió en 1885 Piotr Kropotkin: “Aire, buena alimentación y un trabajo más racional, por ahí debe comenzarse, de otro modo, la profesión de médico sólo es un engaño y una farsa” (1)

Lo que parece claro es que una vez más, el origen de esta enfermedad está en la desigualdad y la pobreza, y sobretodo en una de sus más graves consecuencias, la desnutrición, que obliga a comer cualquier cosa que se mueva (incluidos murciélagos o pangolines), y que lxs políticxs (2), lejos de atacar el problema de raíz, que es estructural al sistema económico, y repartir de una puñetera vez la riqueza, prefieren ensayar este simulacro mundial de ataque con armas químicas, que les faculte un mayor control de la población y la puesta a punto de los mecanismo de emergencia, siendo obvio que el virus ha venido para quedarse, como no puede ser de otra forma. Otrxs se encargarán de extender cortinas de humo que desvíen la atención: los simplistas estereotipos de Sax Rohmer, bien acogidos en Occidente por formar parte del inconsciente colectivo, y el descuido en un oscuro laboratorio de la ciudad de Wuhan, Fu Manchú y el peligro amarillo; la conspiración de lxs siempre recurrentes judixs conjuradxs contra el resto de la humanidad, asociadxs a la masonería illuminati, que en realidad son reptilianxs extraterrestres que quieren apoderarse del mundo; el peligroso filántropo neomalthusiano George Soros, en connivencia con la poderosa industria farmacéutica, sus vacunas y el lobby LGTB con su agenda de género, como parte de su plan de control demográfico y homosexualización del planeta; una prueba anunciada en las escrituras, tipo “y lxs hijxs se revelarán y desobedecerán a sus padres” (aunque el choque generacional es más antiguo que el cagar) o “aparecerán signos en el cielo y falsos ídolos” (aunque siempre ha existido quien viera cosas en el cielo o personajes como Maradona), que considerando el grado de alienación social en que vivimos, bien aprovechada por las diferentes sectas religiosas les sirve para hacer negocio y atraer nuevxs clientes con la paranoía “del fin de los tiempos”; etc. Todos son aspectos de un mismo fenómeno, fomentado desde las instituciones y los medios de manipulación de masas, la imbecilidad humana, una imbecilidad humana necesaria a las autoridades, que justifique y a la par facilite la tutela del Estado. Y hablando de imbecilidad, no puedo dejar de acordarme de lxs patéticxs enemigxs de las vacunas y de aquellxs no menos patéticxs, que les sirven de altavoz.

No estamos frente al apocalipsis bíblico, tampoco ante las armas de destrucción masiva de Iraq, así que nos va a tocar esperar a ver como evolucionan los acontecimientos, y confiar en el progreso -movimiento y cambio-, porque como dice la zarzuela, “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y tranquilizarnos pensando que afortunadamente no deja de ser una gripe.





(1) “Palabras de un rebelde” Piotr Kropotkin. Edhasa, 2001, Barcelona, pág.75

(2) “los políticos y los pañales deben cambiarse con frecuencia... ambos por la misma razón” George Bernard Shaw






1 comentario:

  1. Ojalá esta crisis sirva al menos para mejorar el sistema público de salud, porque hasta ahora los hospitales públicos siempre han sido lo más parecido a un infierno budista.

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